Tras dimitir como primer ministro de Italia, el magnate Silvio Berlusconi vuelve a probar suerte como cantante con la grabación de su tercer álbum. Dueño de un imperio mediático, lo importante para él es estar en la palestra siempre con la finalidad de bañarse de gloria, aunque con ese propósito tenga que meter una nación en una vergonzosa encrucijada a base de sus escándalos y mentiras. Su reinado como mandamás de la política italiana se caracterizó por los excesos y la desfachatez que obligaron a la intervención de los organismos internacionales para evitar una crisis mundial. No sólo mentía a diestra y siniestra e incumplía acuerdos a que se comprometía, sino que no salía de un escándalo por sus frecuentes excesos de poder. Ahora, como si le importara un comino el vendaval que ha dejado a los italianos, ha vuelto a grabar su tercer álbum musical, el cual, como los otros dos, está dedicado al amor. No tendrá problemas para sonar porque es dueño de canales de televisión y de estaciones radiales en Italia. Pero tampoco está exento de ser condenado por las irregularidades en que habría incurrido cuando dirigía la política italiana.