El Día Nacional de la Juventud transcurrió ayer con más pena que gloria, pues tan especial efemérides sorprende a los jóvenes dominicanos en un momento de gran desaliento a causa de una crisis económica que se traduce en incremento del desempleo para ese sector de la población.
A la falta de oportunidades laborales se agrega la crisis de valores que afecta a la sociedad de hoy, matizada por el auge de delincuencia y criminalidad, tráfico y consumo de drogas, prostitución, exclusión social y violencia intrafamiliar.
No obstante, la sociedad toda resalta y valora el empeño de gran parte de la juventud de hoy por avanzar en todos los campos, a pesar de las vicisitudes y grandes obstáculos para prepararse y cumplir cabalmente los roles estelares que desempeñarán en todos los ámbitos de la nación.
El Gobierno está compelido a ampliar sus programas y políticas de promoción de la juventud, antesala del futuro, especialmente en lo relacionado con la ampliación y consolidación de la educación a niveles de formación e instrucción, así como en la creación de empleos y mayores oportunidades de acceso a la ciencia y la tecnología.
En la juventud, la Patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón guarda su más valioso y divino tesoro. Es menester, pues, que Gobierno y sociedad promuevan y protejan a los jóvenes, que es como resguardar el futuro de la República.