Página Dos

Cójanlo

¡A correr otra vez!

Antes de caer en prisión por la investigación sobre los sobornos de Obderecht, el expresidente de Perú, Alan García, ha decidido pedir asilo en la embajada de Uruguay. Tras llegar de España, donde reside, un juez le había impuesto como arraigo 18 meses sin poder salir de su país. Temeroso del curso de las investigaciones o por alguna otra razón, García dos veces presidentes de la nación suramericana, optó por el asilo político.

Tras su primera gestión (1985-1990), García permaneció nueve años refugiado en la embajada de Colombia para evadir una investigación por corrupción en la construcción de un tren eléctrico. Tras prescribir el caso retornó a Perú y en 2006 ganó las elecciones como candidato del Partido Aprista. García es investigado por un supuesto soborno de 100 mil dólares que habría recibido de Odebrecht por concepto de una conferencia en Sao Paulo.

Pedir asilo en lugar de dar la cara disparan las sospechas sobre su supuesta culpabilidad. Se trata de una manera de incriminarse, sobre todo con el antecedente de los exmandatarios y líderes políticos y empresariales que han caído en la red de corrupción.

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