Al no ser como empleados públicos, por lo menos en la inmensa mayoría de los casos, las pensiones de periodistas darán siempre de que hablar. Y más cuando a todas luces parece un privilegio irritante del que no disfrutan servidores que sí lo merecen por su abnegación y sacrificio como maestros y policías.
Cierto es que muchos periodistas, por su aporte y trayectoria, son dignos de que el Estado los proteja.Son verdaderos ejemplos para la ciudadanía. Pero esa protección sería mejor recibida si fuera a través de la Seguridad Social.
Con los periodistas se hace una excepción de que no disfrutan otros profesionales al reconocerles un servicio que en muchos casos ni siquiera han prestado a la sociedad.
Al ver la cantidad de gente de la prensa que son pensionados todos los años por el Gobierno no es ocioso preguntar cuáles son las cualidades que se toman en cuenta para las jubilaciones.
Por lo menos se sabe que el mérito, la vejez ni las condiciones económicas figuran entre esas cualidades. Porque entre los favorecideos hay gente que nunca ha ejercido la profesión, otros jóvenes y en pleno ejercicio y varios que no necesitan ni para mentas los 25 mil ó 30 mil pesos de la pensión.
Con escasas excepciones el elemento político es uno de los principales en ese privilegio del que no disfrutan servidores públicos tan sacrificados como maestros y policias, quienes al final de su existencia tienen que conformarse con pensiones humillantes, que no les alcanzan ni para comprar medicamentos. Pena y vergüenza.