Violencia escolar
Estremecen las revelaciones según las cuales los estudiantes van armados a las escuelas públicas. Es obvio que un alumno cuya preocupación sea defenderse o dirimir alguna disputa no puede estar concentrado en el aprendizaje. Por lo que plantea la violencia escolar las autoridades, no sólo el Ministerio de Educación, tienen que prestar atención al problema.
Huelga señalar que andar con algún tipo de armas u objetos cortantes implica una intención. Son utensilios que no se usan por amor al arte, menos ante un clima permeado por la inseguridad ciudadana. De hecho, ya se han registrado traumáticos incidentes entre estudiantes que van armados a las escuelas. Sería un craso error ver el problema como un fenómeno aislado o dejar la solución para después. Sabido es que por su dimensión, la intervención de las autoridades no puede reducirse al plano estrictamente escolar, sino que tiene que incluir el entorno social, que regularmente suele servir de marco a la violencia. La atmósfera escolar es tan fundamental para la enseñanza como la capacidad y vocación de los profesores y el equipamiento de los centros. Todos lo saben.