La canciller estadounidense Hillary Clinton olvidó los modales diplomáticos con el torpedo que desde una emisora colombiana lanzó contra el presidente venezolano Hugo Chávez. La diplomática tenía que saber que cualquier crítica contra Chávez tendría en la región el efecto de un fósforo en la pradera. Si era lo que buscaba al declarar que Estados Unidos tiene informes sobre supuestos vínculos de Chávez con organizaciones terroristas, entre las que citó la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, lo ha conseguido. El mandatario venezolano no tardó en reaccionar, aunque no deja de causar extrañeza una virtual provocación en una gira que persigue mejorar los lazos de Washington con la región. Según la señora Clinton, Estados Unidos, que se disputa con Chávez el liderazgo continental, quiere una relación diferente con Venezuela, pero alega que el gobernante no lo desea. En su gira por algunos países la canciller ha podido por lo menos calibrar el clima político que prima en la región, no muy propenso a los intereses estadounidenses. Quizá de ahí su advertencia de que Washington trabajará con los socios que comparten sus valores.