La condición de extranjero es la mejor credencial para vivir en República Dominicana como un pachá. No hay una puerta, por encumbrada que sea, que no se abra ante la presencia y el toque de un estadounidense o un europeo. Entre los extranjeros no se incluyen a los haitianos porque, después de todo, son parte del territorio. Pero aún con las facilidades, irritantes de por sí, de que gozan los extranjeros Estados Unidos no está conforme. ¡Sí, ese mismo Estados Unidos que en uno de sus estados, Arizona, se ha aprobado una ley que criminaliza a los inmigrantes indocumentados! Como así es el reino de la hipocresía, Washington se permite la potestad, porque también nadie se la ha otorgado, de meter a una nación que se tenía como una suerte de paraíso para los extranjeros, en una lista negra sobre tráfico humano. La doble moral. Los extranjeros pueden hacer aquí lo que les venga en gana, pero los dominicanos no pueden valerse de ningún medio para viajar al extranjero porque se corre el riesgo de que lo estigmaticen. Washington hace el ridículo al afirmar que este país no cumple los estándares para combatir el tráfico humano.