Por Laurent Lozano
PUERTO ESPAÑA, (AFP). – Con algunos apretones de manos y un discurso, el presidente estadounidense Barack Obama dio a entender en la Cumbre de las Américas que está dispuesto a hablar con todos, aunque no en cualquier término.
En Puerto España, capital del archipiélago caribeño de Trinidad y Tobago donde se reúnen desde el viernes 34 jefes de estado y de gobierno de las Américas, Obama intercambió apretones de manos con grandes críticos de las políticas estadounidenses, como el presidente de Venezuela, Hugo Chávez; de Nicaragua, Daniel Ortega y de Bolivia, Evo Morales.
También dijo que está dispuesto a dialogar con Cuba, bastión histórico de la resistencia a la potencia norteamericana, aunque puso como condición que el diálogo sea productivo.
Por otro lado, el presidente estadounidense y el venezolano se saludaron muy cordialmente.
Y en una inesperada vuelta de tuerca, tras haber escuchado severamente las críticas a Estados Unidos, Obama dijo a sus colegas, cortés pero firmemente, que si Estados Unidos cometió errores y si acababa de ofrecer un diálogo de igual a igual, no es necesario aprovechar la ocasión para llevar las críticas demasiado lejos.
La intención de Obama en Puerto España era diluir la fuerte corriente anti-estadounidense que recorre Latinoamérica, pero este esfuerzo corría el riesgo de ser eclipsado por las diferencias respecto a Cuba y por la interacción entre Obama y Chávez, cuyas diatribas contra el ex-presidente George W. Bush han permanecido en los anales de esta clase de reuniones.
La Casa Blanca había indicado que Obama no esquivaría a Chávez si éste lo hubiera requerido. Y, en efecto, en la apertura de la cumbre, Obama dio la mano a Chávez, así como a Ortega y a Morales.
La presidencia venezolana difundió fotografías de Chávez y Obama, en las que aparecen sonrientes y distendidos en este primer encuentro cara a cara. «Con esta mano hace ocho años yo saludé a Bush. Quiero ser tu amigo», dijo el presidente venezolano, conciliador, mientras Obama le daba las gracias.
Pero un funcionario de la Casa Blanca suministró un informe algo distinto: «Hola, me quiero presentar», dijo Obama según este responsable. «Luego se dieron las manos. El presidente Chávez habló y entonces, como dije, el presidente Obama sonrió y volvió a su lugar en la fila».
Interrogado por un periodista que le preguntó más tarde qué es lo que había dicho a Chávez, Obama respondió: «Le dije: ¿Cómo estás?», pregunta que hizo en español.
Chávez no figuró entre los oradores de la ceremonia de apertura. Dejó en manos de su colega Ortega la tarea de pronunciar una filípica anti-estadounidense de cerca de una hora.
Ortega reprochó a Estados Unidos su apoyo a la rebelión en su país en los años 80. Lo acusó de contribuir a la pobreza en Latinoamérica, reprimir a sus inmigrantes y de conducir una política colonialista en Puerto Rico.
Obama escuchó a otros dirigentes destacar más o menos claramente la responsabilidad de Estados Unidos en la crisis económica que afecta duramente la región o desaprobar su política ante Cuba.
Cuando tomó la palabra, el mensaje de Obama fue claro: «Aquí estoy para lanzar un nuevo capítulo de compromiso que se mantendrá durante mi gobierno».
Pero además, luego de haber escuchado los discursos previos, se apartó un instante de su texto para decir: «Estados Unidos cambió. No fue siempre fácil pero cambió. Así que considero importante recordar a los líderes aquí presentes que no sólo Estados Unidos tiene que cambiar. Todos nosotros tenemos la responsabilidad de mirar hacia el futuro».
«No podemos culpar a Estados Unidos de cada problema que se produce en el hemisferio», añadió.