Editorial

Contraste

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 El director  de la Unidad Antilavado de la Procuraduría General ha revelado que   en el compartimiento de doble fondo de una yipeta de una presentadora de televisión fueron encontrados 300 mil dólares, pero rehusó divulgar el nombre  de esa persona porque no deseaba dañar su imagen y porque  no tenía responsabilidad penal en  el ocultamiento de  ese dinero que provendría del narcotráfico.

La finísima actitud del doctor Germán Miranda Villalona frente a esa innominada comunicadora contrasta con ásperos pronunciamientos suyos en torno a otras personas  a las que también debería presumirse  inocencia en casos relacionados con lavado  de  activos provenientes de actividades ilícitas.

No parece un cuento de hadas la versión de ese procurador adjunto de que alguien preparó una especie de maletín secreto en el interior de un vehículo ajeno para ocultar un lote de dólares producto de transacciones de drogas, un caso grave incompatible con ese extraño gesto de cortesía, porque hasta donde se  tiene conocimiento, el Ministerio Público no tiene  esas prerrogativas.

Ni por asomo se pone en duda  el criterio del  doctor Miranda Villalona de que esa presentadora de televisión nada  tiene que ver con  el hecho de que en un compartimiento secreto  en  un vehículo que se dice de su propiedad fueron encontrados 300 mil dólares que se afirma provienen del narcotráfico, pero  llama la atención que  ese procurador  asuma  el rol de juez para determinar que la innombrada no tuvo nada que ver con el hecho.

En el caso de un ex oficial que  aceptó voluntariamente su extradición a Estados Unidos para ser juzgado por  el crimen de narcotráfico, el Ministerio Público refirió que se incautó bienes e inhabilitó cuentas bancarias que estaban a nombre de su esposa, suegra y otros familiares. Vale preguntar si esos parientes  del imputado  deberían recibir el mismo tratamiento de cortesía y consideración que  el doctor Miranda Villalona dispensó a la tal presentadora de televisión.

Con frecuencia, la Unidad Antilavado y otras instancias del Ministerio Publico y de la Policía presentan a  muchos Juan de los Palotes, investigados sobre posibles infracciones criminales, quienes son identificados con nombres y apellidos, divulgado la dirección de su  domicilio y otras generales, sin  respetar el precepto constitucional de la presunción de la inocencia. ¿No merecen esas personas el mismo tratamiento otorgado a la innombrada  presentadora de TV?

El magistrado Miranda Villalona dispensó un irritante privilegio incompatible con sus delicadas funciones de representante de la sociedad en la prevención, persecución, investigación y sometimiento de crímenes y delitos, aunque  los fiscales también fungen como garantes de los derechos de los   ciudadanos en conflicto con la ley.

 Ahora resulta que toda persona que desempeñe el rol de “presentadora de televisión” es objeto de sospecha colectiva de que en su vehículo posiblemente  fueron encontrados los 300 mil dólares cuya propiedad se atribuye a una banda de narcotraficantes. ¿Acaso esa situación creada por el magistrado Germán Villalona no  significa violación de derecho?

El Nacional

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