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Covid-19 y elecciones

Covid-19 y elecciones

Los 39 muertos y 859 afectados por el coronavirus hasta ayer perfilan un cuadro sombrío para las elecciones congresuales y municipales del 17 de mayo. El efecto devastador de la pandemia en la economía, difícil de evaluar todavía con precisión, es harina del mismo costal, pero relegado por ahora a un segundo plano frente a la crisis sanitaria.

Aunque más temprano que tarde el virus tendrá que ceder, gracias al esfuerzo de la ciencia y la intervención de los Estados y las grandes fortunas, puede descartarse que en los próximos días existan condiciones para que la gente concurra a las urnas.

El veterano periodista y acucioso analista político Juan Bolívar Díaz asumió que las perspectivas indican que las elecciones no podrán celebrarse en mayo, aunque indicó que primero tiene que esperarse un poco para ver por cuánto tiempo han de ser aplazadas, para lo cual, desde su punto de vista, será imprescindible un amplio consenso entre las fuerzas políticas y sociales “desafiadas a privilegiar el supremo interés nacional, incluso para el nuevo período gubernamental”.

La realidad es que la cuarentena que se vive deja muy poco margen para las votaciones. Tal vez la campaña ya esté hecha y los electores sepan por quién sufragar, pero lo que habría que ver es hasta dónde estarían en disposición de arriesgarse a contagiarse con una peste que ha cobrado tantas vidas.

La suspensión de las elecciones del 16 de febrero por un supuesto sabotaje que todavía no se ha aclarado representa un precedente para entender que el aplazamiento de un proceso no tiene por qué plantear una crisis social ni institucional.

El liderazgo político determinó que con los problemas técnicos que se presentaron no había condiciones para que se efectuara el sufragio. Y el sistema no se resquebrajó.

En esta ocasión las razones parecen de más peso para cambiar la fecha, al menos si se persigue que la contienda supere con creces el 47% que concurrió a las urnas el 15 de marzo. Hasta que las actividades no se normalicen por lo menos en un 95% las perspectivas serán inciertas.

Hay que olvidarse de si se intervino tarde o de si las medidas son las que aconsejan las circunstancias, e incluso relevar las teorías sobre el virus. La decisión de concurrir a las urnas de un amplísimo porcentaje del que daban cuenta las encuestas más reputadas lucía asombroso en un país tan normado por la dejadez.

Pero esa intención era antes de la propagación del coronavirus y sus terribles secuelas. Como expuso don Juan Bolívar Díaz, el liderazgo político tendrá que dialogar, de la misma forma que lo hizo sobre las elecciones del 16 de febrero, para determinar si se pueden efectuar las votaciones de mayo próximo.