La impunidad está creciendo con la misma intensidad del registro de hechos graves cometidos por imputados, inalcanzables para la justicia, pues la debilidad del Poder Judicial se manifiesta cada día, en desmedro de la posibilidad de garantizar la seguridad ciudadana.

La realidad que vivimos frente a la criminalidad es tan fehaciente e indignante que la propia fiscal del Distrito Nacional, licenciada Yeny Berenice Reynoso, afirmó que aquí existe un absoluto clima de impunidad para la corrupción y dijo “que la misma seguirá su fiesta”.

El juicio de la representante del Ministerio Público, se produjo en reacción a la decisión de un juez de este Distrito Judicial que ordenó el archivo definitivo del expediente del ex ministro de Obras Públicas, Victor Díaz Rúa, investigado sobre denuncias y querellas, sobre actos de corrupción, ocurridos durante su gestión al frente del organismo gurbernamental.

Concomitantemente, el magistrado suplente del Juzgado de la Instrucción de San José de Ocoa, José Manuel Arias, se disparó con un Auto de No Ha Lugar en favor de un confeso traficante de drogas, que fue sometido a la justicia con abundantes pruebas para ser condenado por esa transgresión.

Los juzgadores del Poder Judicial, deben entender que si no prevalece la justicia, como la definió Ulpiano, el gran jurista Romano, cuando dijo: “La justicia es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo suyo”, la paz social estará seriamente comprometida.

En un futuro inmediato, nadie podría sorprenderse de un estallido social, que estremezca las estructuras del Estado y se inicie un nuevo proceso donde imperen los valores y la balanza de la justicia no se incline a favorecer a los que infringen la ley de una manera desafiante.

Las propias autoridades han reconocido que el crimen organizado, y desorganizado diría quien esto escribe, sobrepasa su capacidad de combate, dado que no poseen las herramientas necesarias para enfrentar el flagelo y por la indulgencia de los tribunales de la República.