La encerrona
El escenario político de nuestro país se ha convertido, en muchos aspectos, en una comedia de mal gusto, de interpretaciones, elucubraciones, especulaciones, mentiras y disparates, que se escuchan las veinticuatro horas al día, no solamente por los medios de comunicación, radiales y televisivos, sino también en los interminables análisis, crónicas y columnas que publican los periódicos que se editan en territorio dominicano. ¡Oh Dios¡, qué castigo para la mayoría de los que tienen criterio y que saben que la política es un oficio, o si se quiere, una profesión igual a otros oficios y profesiones, como la ebanistería, mecánica, sastrería y actividades manuales, que requieren años de aprendizaje para convertirse en actividad productiva, igual en muchos aspectos a las profesiones académicas, como medicina, ingeniería, arquitectura, odontología, economía o derecho.
El ejemplo de lo que decimos, lo acaba de demostrar Danilo Medina Sánchez, presidente de la República, que encabeza el gobierno del Partido de la Liberación Dominicana. ¡Qué excelente entrevista y conversación de Danilo! con representantes de los medios de comunicación que cubren la fuente del Palacio Nacional, y que en realidad están más cerca de la verdad, mucho más cerca, que los comentaristas fantasiosos y especuladores, con incuestionables excepciones, que se pasan todo el tiempo tratando de adivinar y hasta inducir al Presidente de la República de las medidas que debe tomar en el orden político, militar y económico, así como otras responsabilidades que corresponden a su jerarquía como jefe del Estado dominicano. En esa entrevista Danilo demostró también que es dueño de las dos virtudes esenciales para ser un buen político.
Esas dos virtudes, como el autor de esta columna ha reiterado en múltiples ocasiones, son la prudencia y discreción. O sea, actuar con sensatez, cuidado y precaución, y no hablar más allá de lo que sea realmente necesario hacer del conocimiento público. Ahora, en esa entrevista, el Presidente de la República ha dicho con seriedad que “lo llevaron a una encerrona”, en la llamada II Cumbre de la Comunidad de Estados Centroamericanos (CELAC), celebrada en la Habana, en la cual como presidente de la República Dominicana, se vio obligado a escuchar las acusaciones de que nuestro país era “racista, que tenía la intención de crear una comunidad de apátridas”, todo referente al dramático, lamentable y odioso problema que tiene el pueblo dominicano, en defensa de su soberanía, independencia y dignidad con el conglomerado humano, como lo llamó Juan Bosch, que todavía recibe el nombre de República de Haití o Estado haitiano.
La valiente, firme y decidida exposición de Danilo Medina, no sorprendió en nada al autor de esta columna, que lo conoce cerca de cuarenta años, cuando acababa de salir de la adolescencia, estudiante universitario y militante del PRD y luego del Partido de la Liberación Dominicana. Solamente esa caballería incontenible de supuestos libres pensadores, ignorantes, sin experiencia política de ningún género, ha podido creer que nuestro compañero es un aprendiz de política, en lo que él es ya un profesional, como lo ha demostrado en los dos años de ejercicio de la más alta responsabilidad del Estado. ¡Gracias Danilo, síguelo haciendo como lo estás llevando a la práctica, demostrando con tu prudencia y discreción que nuestro partido supo lo que tenía que hacer, cuando te escogió como candidato presidencial!