Un fin de semana de camping
De esta manera ha definido el primer ministro italiano la situación de miles de personas refugiadas en tiendas de campaña en la región de los Abruzos que, como consecuencia del terremoto ocurrido recientemente en esa parte de Italia han perdido casas, parientes, amigos, bienes. Miles de personas desesperadas porque lo han perdido todo, que deben empezar a vivir de nuevo desde un dolor para el que no es fácil hallar respuestas ni consuelo.
Tienen todo lo que necesitan, tienen atención médica, medicinas a su disposición, tienen comida caliente y un refugio durante la noche. Es como un fin de semana en el camping, fue el llamado al optimismo de Silvio Berlusconi para con esos miles de desolados compatriotas que lo que no tienen, obviamente, es un primer ministro que no indigne o avergüence cada vez que abre la boca y evacue alguna de sus malolientes gracias.
Y no es la primera ocasión en que Berlusconi pone de manifiesto su absoluto desprecio por la gente, especialmente por las mujeres. El pasado año, durante un programa de televisión, el hombre más rico de Italia respondió entre risas a la inquietud de una joven desempleada sobre cómo mejorar su situación: Como padre, el consejo que te doy es que te cases con el hijo de Berlusconi o con algún otro que no tenga ese problema.
A raíz de haber aumentado en Italia el número de mujeres violadas, el dirigente italiano mostró su escepticismo sobre la posibilidad de hacer frente a la situación: Tendríamos que tener en las calles a tantos soldados como tantas son las bellas mujeres italianas, creo que no lo lograríamos nunca.
El pasado mes bromeaba con la desaparición de miles de argentinos arrojados al mar en los llamados vuelos de la muerte durante la dictadura militar en ese país: Y entonces les abrían la puerta, les echaban la pelota fuera y les decían: ¡A jugar a la calle!.
No hay fecha en el calendario en que este impresentable sujeto del que los grandes medios destacan sus salidas de tono, peculiar ironía, atrevidas ocurrencias o actitud políticamente incorrecta, no ofenda o agravie alguna dignidad o derecho.
Entre la variada nómina de impresentables que rigen los destinos del mundo, desaparecido de la escena George Bush, el político italiano se ha quedado prácticamente sin competencia, sin nadie que le pueda discutir el título como el payaso por excelencia de este tiempo.
En cualquier caso, y al margen de las bufonadas de este patético clown, más que sus palabras ofenden sus actos, más que sus nauseabundas ocurrencias indignan sus repulsivas políticas, y ningún otro lamento duele más que una Italia cautiva de tan miserable y permanente bochorno.