“El Chavo no ha muerto”

Cuando me sentaba a escribir esta columna sobre el tema del aborto y el contenido del Código Penal me llegó la noticia del fallecimiento de “El Chavo”.

Con algunas líneas escritas, para analizar el por qué vienen a parir en tours las mujeres haitianas, me enteré que moría “El Chapulín Colorado”.

A punto de dedicar este espacio al “Día Mundial del SIDA” las redes sociales anunciaron la muerte de “El Doctor Chapatin”.

Ya con el formato mental para construir esta columna sobre la tragedia (agudizada estos días) de los accidentes de tránsito me enteré que se nos fue “El Chompiras”.

Presto a montar esta columna motivado por las sabias palabras de Oliver Stone tuve que dar marcha atrás al recibir una llamada de un hermano que me aseguraba que se nos había ido de este plano “Chaparron Bonaparte”

Mientras acumulaba información para escribir este espacio sobre el brote de diarrea en el sur, la insalubridad de la Seguridad Social, la declaraciones del padre Luis Rosario sobre el aborto, caí en cuenta, que ciertamente falleció Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, y con el “El Dr. Chapatin” y sobre todo “El Chavo”.

Podría citar, en estas pocas líneas de que dispongo, cualquier cita que muestre su grandeza, equiparada a la Mafalda, Tom y Jerry, Los Beatles, “Los Simpsons”, o “Goku”.

Pero el mejor ejemplo de lo que fue el impacto social en el mundo de sus personajes lo da este hecho: Una tarde, recostado en mi habitación, escuche a mi hijo de 10 años riendo a carcajadas, casi desternillándose, y me dirijo a su habitación pensando que sería algo del “Correcaminos”, “Tom y Jerry” o “La Pantera Rosa”, y no; era “El Chavo” en muñequitos. Hacia lo mismo que su papá hizo hace 40 años y que probablemente otros harán 100 años después. Eso es inmortalidad. Es otro bello ejemplo de una vida exitosa apegada, como decíamos la semana pasada, a hacer lo correcto.