Hemos dicho que la participación popular para decidir asuntos relacionados con los problemas políticos y sociales del país es fundamental para el avance de la democracia. Por esa razón siempre fuimos partidarios de una Asamblea Constituyente y no una Asamblea Revisora la que dotara a los dominicanos de una nueva Constitución, pero se impuso el criterio oficial, vale decir el Estado.
Nos alegramos de que Cotuí, Fantino y Maimón, decidieran realizar un plebiscito para determinar si respaldaban o no el Plan de Desarrollo Municipal que elaboraron sus respectivos síndicos. Fue un gran ensayo democrático, aún cuando solamente votó un 13.5% de los inscritos, que sumaban 74.464 ciudadanos. Los organizadores se dieron por satisfechos, como también observadores nacionales e internacionales, pues dicen que bastaba que participara el 5% de los electores inscritos para que los resultados fueran válidos.
Si bien la votación esperada era mayor, nos permitimos especular que no fue posible porque quizás los ciudadanos desconocían el Proyecto de Desarrollo o no se interesaron por las votaciones por ser la primera vez que se ponía en práctica este ensayo, lo que equivale a falta de conciencia.
Los resultados deberían llamar la atención de los aspirantes a síndicos, diputados y senadores para las elecciones del 2010, pues si se repite esa baja votación los electos carecerían de representatividad. Una intensa promoción previa implica el uso de recursos económicos que no se utilizaron en el plebiscito. ¿Es que la democracia tiene que lograrse a base de dinero?
Esto constituye una gran preocupación, pues siempre hemos abogado para que en la nueva Constitución se incluyan las figuras jurídicas del Plebiscito y el Referéndum, que serían las únicas que legitimarían decisiones relacionadas con intereses fundamentales de la Nación.
Si el ensayo de las comunidades del Nordeste se repite, los organizadores deberían tomar en cuenta lo sucedido, para, antes de invitar a votar por tal o cual planteamiento, explicar bien de qué se trata. No basta preguntar si se está o no de acuerdo con tal o cual cosa, es necesario que los ciudadanos sepan claramente por qué es que deberían votar.
Parece que en el Plan de Desarrollo de las comunidades donde se celebró el Plebiscito, no se tomó en cuenta que para ejecutar se debería consignar cuáles requerirían de la participación del Gobierno y del sector privado, este último poco dado a colaborar, a menos que se dé cuenta de que podrá obtener algún tipo de beneficios.
Creemos que, a pesar de los resultados, el plebiscito debería repetirse en todas las comunidades, antes de las elecciones de 2010, cuando los partidos desarrollan avasalladoras campañas en las cuales se invierten recursos millonarios que muchas veces no se sabe de dónde salen.
Los plebiscitos municipales constituyen una forma de calibrar el deseo de participación popular, pero además, para crear conciencia ante la eventualidad de un Plebiscito o un Referéndum de carácter nacional.