La semana pasada la reflexión sobre la mortalidad materno infantil fue recurrente en los medios de comunicación, así como el tema de los feminicidios que tanto asombro y desconcierto está generando por la frecuencia con que se están ejecutando este año. Y a pesar de la vulgar politiquería de amplio contenido mediático, por unos días, la diversidad de analistas mostró inquietud por las muertes de las mujeres.
El Informe de Desarrollo Humano (IDH) 2013 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, dice que, por cada 100,000 nacidos vivos, 150 mujeres mueren en R. D. , cifra que coloca al país como el cuarto con la mayor tasa de mortalidad materna en América Latina y el Caribe, sólo superado por Bolivia (190), Guyana (280) y Haití (350), mientras coloca la tasa de fecundidad adolescente en 103.6 nacimientos por cada 1,000 mujeres entre 15 y 19 años.
El preámbulo, es para recordar la historia de desapego mantenida por todas las instancias que administran el Estado dominicano, con respecto a la muerte de mujeres, sea en relación a las causas asociadas a la maternidad o a la violencia y en esta realidad, volver sobre un suceso repetido en nuestro país.
Nos referimos a la niñita de cinco meses que su madre, una joven de supuestos y dudosos 18 años sin confirmar, ahorcó en un sector de San Francisco de Macorís. Otro resultado trágico del desinterés en trabajar la salud sexual y salud reproductiva de las niñas, niños y adolescentes, ni de considerar en este país, los derechos sexuales y derechos reproductivos como básicos y fundamentales de las personas.
Algunas referencias en la prensa, dicen que la niñita de cinco meses, sufría de epilepsia y otras, agregan que la joven madre que al parecer era depresiva y con intentos anteriores de suicidio, dijo ultimarla «porque la bebé lloraba mucho». Sin conocer la causa exacta de esta muerte trágica, decidida por tantas complejidades sociales, arraigadas, ignoradas, pero siempre juzgadas con el rasero de la sexista doble moral, podemos asegurar que es un caso más del perfil dominicano.
De acuerdo a la última ENDESA, 2013, el 35% de los nacimientos ocurridos en el país fueron concebidos en situaciones no deseadas por la madre. (En otras investigaciones, sobrepasa el 40%). Y los nacimientos deseados por los progenitores alcanzan un 52%, lo que no indica una cifra alentadora.
Osmeli y Osmeli Nicol, son resultado de la negación a sus propios derechos, siempre enunciados escritos y hasta firmados en Convenciones y Tratados, pero nunca aplicados, por la intervención de un poder ajeno a las dominicanas.