Paja p´garzas
Los últimos días hemos estado sujetos a una serie de informaciones alarmantes y de cortes desastrosos en cuanto a niveles ambientales estructurales en el país, desde los derrumbes de Tamboríl, hasta las subidas de las aguas del Lago Enriquillo; para no mencionar los bajos niveles de aguas que se descargan en la Laguna Redonda y Limón.
Algunos especialistas dirán que son procesos naturales del tiempo de cuaresma que estamos comenzando a vivir y no se le prestará la atención debida, otras voces menos especializadas notarán que son efectos de las estructuras geográficas del país y entre dimes y diretes se diluirán en las páginas de los medios locales (Como tantas cosas se han diluido ya).
Nuestra preocupación, sin caer en los datos científicos a los que nos tienen acostumbrados unos cuantos genios, es que debemos guardar pan pa mayo y harina pa abril, pues la naturaleza teje una serie de elementos que cuando logran juntarse en el tiempo el desastre es mayúsculo y sumamente peligroso, esto sin pretender ser boca de chivo en asuntos meramente geológicos y ambientales.
La frecuencia con la cual se viene dando una serie de elementos indicadores, nos coloca en ventajas a la hora de la planificación organizada, si es que eso se conoce aquí nos indican que algo se cuece en el sartén ambiental de nuestro país y que terminará afectándonos a todos en igual medida y sobre todo sin importar la condición económica de la cual disfrutemos.
La precaución es el principio que debe estar presente en la mentalidad de todo aquel que se halle en posición de ejecutorías en los actuales momentos, los factores indicadores, como son los bioindicadores nos señalan avenidas importantes dentro de lo que se considera año de casualidades. Cuando el observador acucioso observa que las algas de los ríos se van tornando negras en su mayoría aconseja que no debemos tomar o bañarnos en esas aguas, hasta tanto no veamos animales vivos dentro de ellas, si no existen entonces se determina que algo sucede allí que ha afectado la vida interior de ese río.
Pero debemos dar información para sentirnos libres de ciertas culpas con respecto a los cambios que se están dando en todo el litoral dominicano que sirve de indicador a una realidad manifiesta a todas luces e ignorada con mayor fervor por quienes deben servirnos de guías ante eventos ambientales. Claro está, no podemos obviar que muchos no tienen la cualidad de la observación y menos la de análisis conceptual como dijo nuestro Presidente en su momento y que no ha llegado aún a ser entendida por muchos que ejercen cargos de alto y medio nivel dentro de la conducción del Estado. Seguiremos.
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