Opinión

Editora Nacional

Editora Nacional

Leí con interés (en Areito), el ensayo de Guillermo Pina sobre las Editoras Nacionales, cuyo aporte principal es que estas deberían ser sustituidas por un Fondo Editorial que apoye la labor editorial de las librerías, lo cual impediría la desaparición de esos remanentes de la vida cultural de la nación. Hablo de las que ha hecho labor editorial, esfuerzo que ha liderado La Trinitaria, hoy en venta, después de décadas de promoción del libro dominicano.

Como siempre, en nuestra discusión con el Neo-Liberalismo, tenemos que repetir que no necesariamente la creación de un Fondo Editorial debería implicar la desaparición de la Editora, porque la enfermedad no está en las sábanas sino en sus administradores. Una Editora Nacional no puede ser predio de egos inflados, o vendettas personales, ni un espacio donde la institucionalidad no exista.
Doy dos ejemplos:

Frente a la ausencia de fondos para publicaciones, nada más y nada menos, que en la Biblioteca Nacional, traslade a la Editora Nacional un libro que ya la Biblioteca había amorosamente editado: Las Actas del Centenario de Julia de Burgos en Santo Domingo, bellamente ilustrado por Belkis Ramírez.

Nunca firmé un contrato y por eso, de un bello libro que implico dos años de trabajo, solo se publicaron doscientos ejemplares, de lo cual me entere el día de su puesta en circulación. Hoy no queda un solo ejemplar, aunque su venta (de haber sido mil) le hubiese devuelto a la Editorial lo invertido en su publicación.

Lo mismo sucedió con mi Antología de Teatro, la cual (de ello me entere el día de la puesta en circulación) solo se publicaron cien ejemplares. Ahí la ofensa fue doble porque le cambiaron la portada (otro grabado de Belkis) sin mi conocimiento.
Lo que habría que hacer entonces no es eliminar la Editorial (como se hizo con los ingenios), sino en la mejor tradición de Gabriela Mistral, conectar la Editora con la Red de Bibliotecas de las escuelas públicas, donde los libros brillan por su ausencia (excepto, un tributo, los libros de la Fundación Mateo Morrison).

Para ello habría primero que hacer un inventario de todo lo publicado, organizar los libros en colecciones y retroalimentar un sistema de distribución a nivel nacional.

Sugiero además, que la Editora pase a manos de alguien sin avidez de significancia, con experiencia en educación y amor por los libros.

La poeta ÁngelaHernández podría ser una excelente candidata, porque pertenece a una generación de mujeres escritoras que ha demostrado que escribir no tiene que ser un ejercicio de infamias, o mezquindades.
Falta además un agresiva campaña publicitaria sobre lo fundamental del libro, no solo porque educa sino porque nos hace felices.

El Nacional

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