Editorial

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El presente ayer, el futuro, hoy.-

Gobierno, clase política y sociedad civil no parecen encontrar vías efectivas para disolver su convivencia con el coyunturalismo y la improvisación, que impide el desarrollo armónico y sostenido de proyectos nacionales de largo plazo.

El Producto Interno Bruto dominicano (PIB) ha crecido desde 1961, de tres mil millones de dólares, a US$75 mil millones en 2017, por lo que a la economía ya no le sirve la ropa del clientelismo ni de la inobservancia.

No se niega que desde los poderes públicos y de la sociedad se impulsan iniciativas conectadas con la Estrategia Nacional de Desarrollo (END), pero preocupa que todavía prevalezca en litorales públicos y privados tan acendrada cultura insular.

Temas como educación, salud, vivienda, empleo, medio ambiente, infraestructura vial, electricidad, agua potable y para riego y seguridad pública, no deberían permanecer en globos de lotería o en tubos de ensayo, sino objeto de amplio consenso, conectado con la END.

Este parece ser un buen momento para que los actuales inquilinos del Poder, partidos, empresariado, academias, iglesias, sindicatos y movimiento social promuevan el anhelado proyecto de consolidar una sociedad basada en los principios de derecho, igualdad, dignidad y de respeto a la ley.

Gobierno, justicia, Congreso, Ministerio Público,iIglesias, partidos y propia sociedad civil forman parte hoy del ojo de un torbellino coyuntural que arrastra temas tan trascendentes como escándalo de sobornos, leyes de Partidos Políticos y Electoral, aborto, elección de jueces, pactos fiscal y eléctrico, todos los cuales deben ser abordados con vocación de futuro.

Pasar revista a lo que ocurre en el mundo de hoy, signado por los fantasmas de conflicto nuclear, guerra comercial, desestabilización política y económica, representa el mejor remedio contra el mal de la insularidad que padece la mayor parte del liderazgo nacional signado a vivir “de lo comido por lo servido”.

La sociedad reclama de sus autoridades, líderes y dirigentes abordar los temas medulares de la agenda nacional con mayor sentido de madurez, responsabilidad, sabiduría, vocación de servicio y creatividad y valentía, en la continua promoción de consensos que coloquen la proa de la nave nacional en dirección a un futuro que ya se vive hoy.

El Nacional

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