Opinión Editorial

Editorial

Editorial

Suerte y casualidad.-

Aún sin cuantificar, los daños causados por el huracán María consolidan el criterio de que la economía dominicana es un ente endeble, que se vincula mucho con la suerte o la casualidad, porque cualquier imprevisto externo o interno signa su presente o futuro.

La base de sustentación económica de República Dominicana radica en el turismo, remesas, exportaciones tradicionales, minería, zonas francas e inversión extranjera, cuya sostenibilidad depende de lo que ocurra en otras economías o de las incidencias de ciclones durante el periodo junio-noviembre de cada año.

El nivel del déficit fiscal que infecta siempre el diseño y ejecución del Presupuesto nacional puede ser más elevado a causa de eventos como inundaciones, sequías o de naturaleza foránea, como la crisis financiera mundial de 2008, que golpean con mayor rigor a economías débiles como la dominicana.

El paso destructivo del huracán Harvey por Texas encareció las importaciones dominicanas de petróleo procesado, dado que ese estado es el mayor productor de crudo de Estados Unidos, como también ha incidido en incremento de precios la crisis en la península de Corea y el acuerdo de la OPEP para disminuir producción.

El fin del acuerdo mundial multifibras en 2005 abrió el mercado estadounidense a los textiles de China y Asia, lo que provocó la virtual quiebra del sector de zonas francas del país con pérdida de más de cien mil empleos.

Turismo y remesas, que aportan a la economía casi 14 mil millones de dólares anuales, dependen mucho de lo que ocurra en Estados Unidos y Europa, lo mismo que las inversiones extranjeras directas, que promedian dos mil 500 millones de dólares al año.

Aquí no se dispone de abundante cobre, como en Chile; ni de petróleo, como en Venezuela, o commodities básicos, como en Brasil y Argentina. Este país sustenta sus exportaciones en una oferta de postre basada en café, cacao, azúcar y tabaco, a lo que se adiciona la accidentada minería de oro, plata y níquel.

La suerte y la casualidad no figuran en las cuentas nacionales, pero por su incidencia, Gobierno, clase política y sociedad deberían tomar eso muy en cuenta al momento de diseñar o ejecutar estrategias de desarrollo. El mejor ejemplo de lo que aquí se advierte lo representa el paso del huracán María.

El Nacional

La Voz de Todos