WASHINGTON, EE.UU, (AP).- Más allá de las bravuconadas, el gobierno del presidente Donald Trump sostiene desde hace meses contactos diplomáticos discretos con Corea del Norte para abordar la suerte de los estadounidenses encarcelados en el país socialista y el deterioro de las relaciones entre ambas naciones enemigas, según se enteró The Associated Press.
Se sabía que las dos partes habían negociado la liberación en junio de un estudiante universitario estadounidense, pero hasta ahora se desconocía que las negociaciones continuaban o que habían abarcado otros asuntos además de los estadounidenses detenidos.
Personas al tanto de los contactos dicen que las interacciones no han servido hasta ahora para reducir las tensiones generadas por los avances en los programas nuclear y misilístico norcoreanos, que ahora alientan los temores de un enfrentamiento militar, pero dicen que las conversaciones tras bambalinas podrían servir de base para negociaciones más serias, incluso sobre las armas nucleares norcoreanas, si Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un desisten de la retórica belicosa de los últimos días y respaldan el diálogo.
El mandatario estadounidense se negó a hacer declaraciones sobre los contactos diplomáticos entre Estados Unidos y Corea del Norte.
«No queremos hablar de progresos, no queremos hablar de comunicaciones secretas», le dijo Trump el viernes a la prensa.
Los contactos se suceden regularmente entre el enviado especial estadounidense para asuntos de Corea del Norte, Joseph Yun, y el alto diplomático de la misión norcoreana ante las Naciones Unidas, Pak Song Il, de acuerdo con funcionarios estadounidenses y otras fuentes informadas. Hablaron bajo la condición de anonimato por no estar autorizadas a informar sobre las negociaciones confidenciales.
Los funcionarios lo llaman el «canal de Nueva York». Yun es el único diplomático estadounidense que tiene contacto con una contraparte norcoreana. Las comunicaciones sirven principalmente para el intercambio de mensajes entre Washington y Pyongyang.
Con la voz opacada por la atención que ha generado la advertencia de Trump a Corea del Norte de hacerla que enfrente «fuego y furia como el mundo nunca ha visto», el secretario de Estado, Rex Tillerson, se ha mostrado dispuesto a negociar. Su condición es que Pyongyang desista de los ensayos con misiles capaces de alcanzar el territorio continental estadounidense.
Tillerson ha insinuado incluso que ya existe un canal secreto.
«Tenemos otros medios de comunicación abiertos a ellos, sin duda para escucharlos si dicen que quieren hablar», dijo recientemente en una reunión en Filipinas sobre seguridad asiática días atrás.
Las interacciones podrían ser un indicio de un cierto pragmatismo del gobierno de Trump ante la amenaza norcoreana a pesar de las graves advertencias del presidente.
El viernes tuiteó: «Ahora hay soluciones militares prestas, aseguradas y cargadas por si Corea del Norte actúa imprudentemente», pero el jueves dijo que «siempre tendremos en cuenta las negociaciones», aunque no hayan dado frutos desde hace un cuarto de siglo.
Los contactos dejan entrever que Pyongyang también estaría dispuesto a negociar, incluso mientras habla de lanzar misiles hacia las cercanías del territorio estadounidense de Guam. Corea del Norte suele amenazar atacar con armas nucleares a Estados Unidos y sus aliados.
El Departamento de Estado y la Casa Blanca declinaron hacer declaraciones sobre la diplomacia de Yun. Un diplomático de la misión norcoreana ante la ONU confirmó que se usó el canal diplomático para obtener la liberación del estudiante Otto Warmbier hace dos meses.
En cierta forma, Trump ha mostrado una mayor flexibilidad hacia Corea del Norte que el presidente Barack Obama.
Aunque anteriores gobiernos estadounidenses han recurrido de manera intermitente y en diversas variantes al canal diplomático de Nueva York, no hubo comunicación entre las partes en los últimos siete meses de la presidencia de Obama después de que Pyongyang la suspendiera, airada por las sanciones que Washington impuso al gobernante norcoreano. Obama casi no hizo esfuerzos por reactivar las líneas de comunicación.
Los contactos se reanudaron rápidamente apenas Trump asumió la presidencia, según personas al tanto de las conversaciones