La gran deficiencia humana que impide el avance en la vida es el apego a bienes materiales, relaciones circunstanciales, recursos, poder, dinero y capacidades de intercambio, por lo que se impone una cualidad escasa y valiosa: aprender a dejar aspectos de los que dependemos.
Heraldo Suero, dominicano y coach internacional con públicos empresariales e institucionales en Estados Unidos y México, además de República Dominicana, entre otras naciones, llama a soltar amarras, a ser capaces de desligarse de los bienes atesorados, y que muchas veces operan como un ancla emocional que impiden el desarrollo.
Suero, CEO de la empresa In Crescendo, es un hombre de palabra fácil y profunda, que no vacila en identificar las claves fundamentales para el crecimiento y que, a su juicio se resumen en aprender a mirar a fondo las condiciones de cada quien, ubicar con claridad las fallas de formación, los agravios de que se ha sido víctima, las ofensas recibidas, para encontrarse con ellas, asimilarlas como aliadas y abrazar con humidad eso que nos ha hecho daño en el pasado.
Un segundo paso de separar lo básico
El segundo paso para desapegarse consiste, dice Suero, en separar lo básico de lo circunstancial en la vida.
Saber que tener recursos económicos, poder, instrumentales tecnológicos de moda, vestidos, perfumes, no representa nada en términos del valor de las personas que deben ser estimuladas por su potencial humano, por lo que son y no por lo que tienen.
Lo tercero es saber convocar el futuro mediante declaraciones que comprometan un accionar positivo, desvincularse del pasado, que en términos porcentuales a veces ocupa el 95 por ciento del espacio mental vital de las personas.
El cuarto paso es tener una relación de fe con un ser superior que la gente puede concebir como el Dios que todo lo ha creado, sin caer en fanatismos y tomando de esa vinculación de fe, las fuerzas para inspirarse a vivir mejor.
“Desapegarse no es sencillo. No se aprende por ir a conferencias de motivación ni por leer muchos libros de moda sobre el tema. En un proceso transformacional que demanda energías, voluntad y claridad que permita valorar que es lo realmente importante”, afirma.
