Muy buen resultado le ha dado a la santa iglesia este asunto de la fumata cardenalicia,que a través de los siglos ha demostrado tener sentido, entendimiento y razón, justo y como las canciones de Violeta Parra.
Encerrar a los cardenales en la capilla Sixtina hasta que elijan su jefe inmediato, fue una brillante idea que por sus resultados debería asumir la sociedad dominicana y sus instituciones. El ministerio de Educación y los maestros, por ejemplo.
Es posible que encerrando a la cardenales del magisterio, o sea los señores de la ADP y el Ministerio de Educación en el Museo de las Casas Reales, -sin derecho a abandonar el recinto hasta llegar a un acuerdo-, el gobierno logre lo que hasta ahora ha sido imposible, lo que nunca se ha hecho: priorizar en los hechos la cobertura y calidad la educación que recibe la mayoría de los niños del país, y si quiere que entre el mar o se suicide la intriga, la ambición con Opus Dei y Torquemada en vacaciones.
Este encierro, diferente a los encierros taurinos de los San Fermines, sería un retiro espiritual para, en la tranquilidad de los adoquines centenarios de la Zona, buscar salida a un problema tan fundamental de la sociedad dominicana.
La Educación atraviesa todos los problemas nacionales, desde la competitividad y la cultura, la formación académica y humana, hasta la posibilidad de que pueda un señor vencido en las tiernas batallas del desamor, musitar entristecido, a coro con don Amado Nervo: Todo en ella encantaba, todo en ella atraía: era llena de gracia como el avemaría.
El salario de los maestros dominicanos, sumadas las dos tandas, debería superar y con mucho el monto de la canasta familiar que dice el BC; pero resulta que no todos los que intentan enseñar a nuestros jóvenes y reciben un salario para hacerlo, pueden ser llamados profesores/maestros. Por eso, sin definir/evaluar quién está en capacidad de ser maestro, no es posible hablar de recuperación efectiva ni de relanzamiento de la educación, aunque la asignación llegue al 8% del PIB.
Evaluar, capacitar a los que se queden y separar del magisterio a los que no cumplen con los mas mínimos requisitos, es una decisión difícil pero necesaria, antipática pero imprescindible.
Claro que es una decisión políticamente incorrecta, como incorrecto sería romper el monopolio de FENATRADO, organizar el transporte eliminando el concho y subastando las rutas, o pagar a los médicos por resultado, horas y calidad de su trabajo; cerrar la UASD por seis meses, cancelar a todo el mundo de acuerdo a las leyes, y volver a contratar por concurso, y convertirla en una universidad para provecho del pueblo dominicano, para que algún día deje de ser este sainete reproductor de ignorancias repetidas que un diploma en letras góticas confirma.
Por supuesto que todo esto es -a corto plazo- políticamente incorrecto, pero es que organizar un país a partir de los grandes intereses de las mayorías siempre será anacrónico y errático para los instalados y miopes de cada gobierno, y para grupos empresariales en ataque de empresariales celos. (No se si me doy a entender. Este Clásico y su gloria nos dejo a todos medio turulatos de felicidad). A los privilegiados de siempre, la justicia social siempre le lucirá anacrónica, desfasada, improcedente. Para los malos nunca hay tiempo para el bien.