Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

Algún día sabremos, por qué razón Hipólito Mejía no aceptó repartir el botín electoral con un Miguel Vargas que obtuvo el 47 por ciento de los votos emitidos en las primarias del PRD. 

En momentos en que las encuestas de credibilidad, como Gallup, otorgaban a Hipólito una ventaja superior a los 15 puntos sobre Danilo Medina, uno le advirtió a Mejía, que ese comesolismo en blanco, podría costarle las elecciones.

En el momento en que Hipólito y Miguel sellaron su ruptura, ahí mismo se definió la suerte del ex presidente. Aunque en ese entonces, a Mejía le quedaba la posibilidad de que en el PLD ocurriera lo mismo, y las viejas rencillas políticas entre Leonel y Danilo impidieran la unidad de ese partido en torno a su candidato. Pero no ocurrió así. Y en un acto de inteligencia emocional y madurez política, ambos se pusieron de acuerdo.

Y llegó al PLD “la unidad en la diversidad” que siempre ha proclamado Jaime David Fernández, y que se completó con la candidatura de Margarita Cedeño, convertida de la noche a la mañana en todo un  fenómeno de popularidad que confirman las encuestas y que el PRD debió frenar con una candidata vicepresidencial joven, preparada y carismática. Asunto de una encuesta y tres focus group con café Santo Domingo y galletitas Guarina.

Mientras Margarita asumía y el PLD presentaba tres frentes “para todos los gustos”, otro hecho vendría a profundizar la división en el PRD.

Hablo de la fea “encerrona” elaborada por sectores del PPH para cercar a Miguel desde la casa de su padre y utilizando la voz y la sangre de sus propios hermanos. Un error de antología y manuales, que convirtió en un doloroso drama familiar lo que era tan solo un diferendo político. Si se reconciliaron Hatuey e Hipólito, ¿qué es ya imposible en la jungla de la política?

Es cuando aparece decidida en la escena, doña Angelita de Vargas, que tiene de Miguel, (que según la opinión de muy cercanos amigos es un padre excepcional) no solo el amor erótico de pareja, por ser ella su esposa, amante, amiga y compañera, sino que posee la más alta categoría que puede alcanzar una mujer en la vida de un hombre maduro y responsable: Ser la madre de sus hijos. Y la señora de Vargas, como toda mujer/mujer es primero, madre, mujer de su hombre, y solo entonces lo que usted quiera que sea: liceísta, maoísta o aguilucha.

La frase que sigue, debe estar en algún versículo de  la Biblia, yo lo sé: “con la familia no, joder, con la familia no”.

Si sus deslices verbales han sido terribles; si fue grande el acto de comesolismo en blanco de no repartir el botín electoral con el compañero vencido; el permitir que su gente sometiera a un “gardeo” a presión de acoso y derribo a Miguel Vargas desde el chantaje familiar, puede haber sellado la derrota de Hipólito Mejía en esta contienda, donde la expresión de la voluntad popular será respetada a cualquier precio, lo que no van a impedir particulares ni generales, explotados ni explotadores, “ni reyes del honor, ni periodistas, ni antiguos comediantes, ni embusteros, ni estudiantes de leyes, ni alquimistas”.

No lo van a impedir. Y el asunto es sencillo, ay, como dormirme en tu sueño. Ya me explico: Podrá vencer Danilo o tal vez Hipólito, pero eso sí, y este es el lema al que la patria nos convoca el domingo: “El que ganó ganó, y  el que perdió perdió”.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación