Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

Mujer, indultos, fucsia y crisis social 

Nuestra sociedad es un gran proyecto, pero no para hacer el bien, o el amor, -que es un mandato de Dios inspirado en las caderas de María Magdalena-, sino para practicar el mal.

Somos una implacable incitación a delinquir necesaria e inevitablemente.

Esta sociedad, invento fallido de Duarte, “el vencido”, ha devenido (-en manos de liberales reconvertidos a la más cruel y “exitosa” derechona-)  en una gran escuela para el mal.

Los hechos ocurren, y al convertirlos en noticias los periodistas  mostramos la impunidad de clase, -política o empresarial-, que existe en el país. Luego, nos sorprendemos de que nos asalten en Piantini. Pero, ante tanta impunidad es lo normal y esperado. Al fin, eso es lo que el Poder enseña cada día a un pueblo cada vez más huérfano de Dios o de sueños, que es lo mismo. Y todo vale menos la pobreza: “haga usted lo que tenga que hacer, asalte un banco, ponga un “punto”, cree un partido, pero no se deje joder”. Ese es el mensaje que esta sociedad transmite cada día. Por eso la delincuencia, como el rayo de Miguel no cesa, y el narcotráfico, como una gripe de mayo avanza.  

Ahora toca el turno a la Sobeida de los 4,6 millones de dólares, que a mí me recuerda a doña Bárbara, la de Gallegos, pero en peores pasos. Bella mujer, que por el argumento dulce de su mirada, más los hilos negros de su vientre amén, si fuese condenada, bien merecería un indulto en febrero.

Al fin, -si fueran ciertas las acusaciones- en su defensa diremos que ella por lo menos al “lavar” traía, y como hemos visto dinamizaba el deprimido sector construcción, el de los dealers de autos de lujo, y tal vez hasta ayudó a algún pobre diputado al comprarle una de sus dos vergonzosas e inmorales, ilegítimas -que sí legales- exoneraciones sin límites. La muy dama, si lavaba, al lavar traía, que no deja de ser un aporte. Otros al contrario, roban nuestros impuestos para sacar lo robado del país, y además, sospecho que no les quedaría nada bien una blusita en fucsia, como a Sobeida, ay, como a Sobeida. Por cierto, ¿hacia dónde iba la droga de Quirino aquel diciembre de 2004? Pues sí.

El Nacional

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