En defensa de insignes meretrices
Lleva el rostro avejentado por el peso de las noches tenebrosas del alcohol/ quién pudiera a ti salvarte/ avecilla trashumante/ peregrina sin amor.
Bienvenido Brens.
Comencemos por recordar que en el país no está prohibida la prostitución de nadie. Ni la prostitución de políticos, partidos ni empresarios (eso es evidente) y mucho menos la de nuestras marchitas muchachas del santo fornicio y la divina felación. Hablo de nuestras prostitutas
Sin embargo, este fin de semana, -con tanta denuncia de corrupción y tanto rumor público señalando ladrones- la Fiscalía del DN se dedicó a hacer redadas para, ilegalmente, apresar a prostitutas que ejercen su oficio en las avenidas de gente bien de la ciudad. (Nuestras leyes prohíben el proxenetismo, no la prostitución.)
Indigna hasta el asco ver la eficiencia cínica de nuestras autoridades a la hora de actuar hasta ilegalmente- contra los marginados, los humildes, los del montón salidos.
Tal parece, que la fiscalía del DN sólo escucha los rumores públicos cuando estos provienen de jefecitos gubernamentales o hipócritas sectores de clase alta; cuando estos le llegan a través de reuniones de buen vino de parte de señores indignados por el servicio sexual que unas muchachas ofrecen en los autos de quienes las recogen en nuestras avenidas. Un servicio que, según me cuentan, ofrecen con una eficiencia y satisfacción al cliente que ya querría para sí la CDEE o la Policía.
Hay indignación de gente linda que considera que la presencia de estas muchachas en las avenidas afea nuestra ciudad. ¿Y las tipas de los bares caros, las importadas, las del resort y las villas del Este, empleo de 10 mil pesos mensuales con Cartier de 300 mil, ninguna de ellas afea nada?
¡Estaremos locos! ¿Y ahora nos vamos a espantar por la venta de una felación anti estrés, por la oferta de un servicio de fornicio a través de una relación comercial más transparentes que muchos de nuestros concursos amañados de instituciones prostituidas?
En vez de utilizar a sus huestes represivas para salvar el pudor y las buenas costumbres; en vez de, infructuosamente, intentar evitar que unas infelices peregrinas sin amor vendan amores de emergencia para soledades sin amparo, la fiscalía del DN debería dedicarse a salvar al país de la prostitución fantoche de las mafias entronizadas en la cleptocracia nacional, aliada en las últimas décadas a cierta gente de la partidocracia reinante.
Al fin, como en la casa de María, la de Magdala, frente al bar de Sor Joaquín, el Sabina, ya en este país, las malas compañías son las mejores.
Mañana sigo.