BROOKLYN, NUEVA YOR, EE.UU.- Shirley y Andrea Shepard, madre e hija, son los ojos a través de los cuáles fuimos testigos, en segundo grado, del juicio contra Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, esto ante la prohibición de cámaras dentro.
Casi como su fueran un ente de cuatro manos, las llamadas “brujitas”, como las apodaron los medios latinos que cubrieron el “juicio del siglo”, firman solo con su apellido y el año. Tienen fama de no dejarse intimidar por los personajes que llegan a la Corte, pues al final, el Tribunal de Brooklyn es su territorio desde 1991.
Al menos esa es la fecha en que la madre, Shirley, se acercó a la Corte al enterarse que buscaban un artista durante el juicio del también infamous mafioso Peter Gotti.
Pero estas excéntricas mujeres; ambas de larga y rubia cabellera, de vestimentas cercanas a unas Janis Joplin tardías, de movimientos desenfadados guiados por sus tenis convers, son las reinas de la Sala 8D, donde se juzgó al sinaloense, tanto que antes de que iniciara la querella legal, ellas mismas se enfrascaron en otra para que durante el juicio la bandera de Estados Unidos no se moviera del lugar preponderante: entre el juez y el jurado. Porque eso sí, se asumen como patriotas, en sus dibujos siempre la bandera de las barras y las estrellas.
Pero aunque han trabajado en cuentos de juicios a lo largo de estas décadas, ellas saben que ahora los medios cuentan con otras herramientas para ilustrar: “Nuestro trabajo no se considera arte; una mala foto sustituye a un gran dibujo”, dijeron a los medios en los últimos días del juicio al Chapo.
Este ser de cuatro manos, pues en las entrevistas una termina las frases de la otra, aseguran que un día en la Corte es como una obra de teatro, pero nunca sabes el final… cuando lo plasmas influye cómo te sientes ese día, el sitio, los testigos y los abogados. Hay que venir siempre con los ojos muy abiertos, todo se mueve, menos la bandera”.
Ellas no están ahí para agradar, se saben con ese poder, tal vez por eso han enfrenado así a poderosos como la magnate de las ventas en televisión Martha Stewart, quien en su juicio en 2003 intentó sugerirles que la “plasmaran más guapa”, pero las Shepard son despiadas.
El juicio del Chapo fue especial por la seguridad que tenían que tener, ellas llegaban antes que nadie, siempre a la 5 am, para obtener el mejor lugar, no podían plasmar al Jurado o testigos que así lo pidieran. Son las únicas, ademas de Joaquín Guzmán, que estuvieron desde el 13 de noviembre que comenzó el proceso, todas las 39 largas sesiones de hasta seis horas dentro de la Sala 8D.
Durante esas eternas horas pudieron plasmar al Capo asombrado, inquieto e incluso cuando saludó a su esposa, Emma Coronel, quien por cierto también se quejó de la dibujaban gorda. Pero Shirley y Andrea solo se limitaron a decir de ella que se la pasaba jugándose el cabello y que usaba ropa muy cara, más cara que la de Martha Stewart.
Estos años en la Corte las han endurecido y los personajes famosos o no, no les intimidan para nada. En Brooklyn han visto desfilar a Donald Trump, cuando fue elegido como jurado en un caso, a Woody Allen, Jay-Z, Liza Minnelli, Joko Ono, Mike Tyson y Rosie O´Donell, también han contato la anéctoda de cuando la viuda de Kurt Cobain, Courtney Love, tomó uno de sus lápices para retocarse el cabello durante una sesión.
Pese a ser casi un activo de la Corte, se han quejado en que cada vez hay menos trabajo, pues los medios han cambiado mucho, “antes había una docena de dibujantes”. En un juicio tan importante como el del Chapo solo hay 3, ellas y Jane Rosenberg.
Ellas mismas no se consideran artistas, hacen sketch y sus dibujos no se venden, están protegidos por la Corte de Brooklyn. Así lo ven las Shepard, pero al final, las imágenes para la posteridad de un de los juicios más importantes de las últimas décadas serán los que ellas dejaron.