En el país se estiman en más de 100 mil los puntos de microtráfico, la mayoría de ellos en los barrios pobres, a los que acuden clientes desde la clase media hasta algunos encumbrados. Mientras el Consejo Nacional de Drogas estima en 200 mil los jóvenes menores de 20 años vinculados al mundo de la droga en República Dominicana.
Aunque las estadísticas no son precisas en materia de drogas, en una ocasión la DNCD estimó en 22 mil los puntos de drogas en la capital.
Hago referencia a estos datos para demostrar que la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía (Dican) no ha servido para nada. Desde su creación los puntos de ventas de drogas han crecido como la verdolaga, con el apañamiento de agentes policiales y de la DNCD.
Siempre hay denuncias de que la Policía cobra peaje en puntos de microtráfico en barrios pobres
Conversar con los dirigentes comunitarios y religiosos de los barrios marginados sería buena terapia para los que creen en la eficiencia y la necesidad de un organismo que como el Dican nació con el cáncer de la corrupción y con el paso del tiempo ha hecho metástasis en casi todos los órganos de la sociedad.
Al igual que como ocurría en el pasado con las rifas ilegales, cuando las patrullas policiales recogían una especie de “diezmo” entre los propietarios; ahora el asunto es cobrar peaje a los dueños de los puntos de microtráfico.
El “dicanazo”, como le ha llamado el periódico El Nacional al escándalo que envuelve a altos oficiales y fiscales en la venta de drogas que debió estar guardada como cuerpo de delito, es solo la punta del Iceberg oculto allí.
De modo que lo más sano para la sociedad es que el Dican forme parte de otra entidad, jamás de la Policía, pudiera ser de la Procuraduría o la DNCD. Durante su existencia ha demostrado ineficiencia mientras el mal de la droga se extiende, muchos callan y otros se enriquecen con el negocio de este flagelo.