Opinión

El dolor de mi escuela

El dolor de mi escuela

En la escuela básica y media dominicana se está perdiendo la mística y la vocación por la enseñanza.
Tan solo esto nos faltaba que los centros educativos se estén convirtiendo en campos de batalla, donde hay sangre y lamentaciones. Por momentos se nos olvidó que los planteles educativos son los auténticos lugares de amor, educación y tolerancia, donde nuestros hijos e hijas van a formarse.

Parece que nos estamos volviendo locos, porque lo que estamos observando hoy en estos espacios es inaceptable e inenarrable.

Estos centros, en un cerrar y abrir de ojos se han tornado en espacios de violencia y contienda, donde nuestros estudiantes en vez de ir a recibir el proceso de enseñanza aprendizaje para forjarse su futuro, donde asisten es a un escenario bélico.

Lo mismo ocurre en muchos centros privados, donde la intolerancia también impera.
Aquí se ha perdido la entrega, la abnegación y el amor por la escuela, ello en franca contradicción con la cantidad de recursos que maneja el sistema educativo dominicano, a partir de la aplicación del 4% del PIB (Producto Interno Bruto).

Cuando una persona llega a un aula de la escuela, los educando no lo reciben de pie, porque la moral y la cívica hace rato que se fueron de rumba.

Debemos decirlo con cierto dolor, que en la escuela no se canta correctamente el himno nacional compuesto por Emilio Prud’Homme y el Maestro José Reyes en 1883 y mucho menos declaman poemas dedicados a nuestros patriotas. Ya no se escuchan los himnos a Duarte, a Sánchez, a Mella, a la Escuela y a la Bandera.

Por momento en la escuela se ha perdido la autoridad, don directores, equipo de gestión y docente no juegan su papel.

El Nacional

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