Miguel Solano es uno de esos peledeistas, al igual que Valentín Martínez, que constituye una persona especial para el ex Presidente Leonel Fernández. Dentro de los amigos que recibían a Leonel con hospitalidad cuando iba a Nueva York, Solano estaba en primera fila.
Cuando Fernández salió en el 1995 a buscar la candidatura presidencial por el PLD, además de Emigdio Sosa, Farid Kurid, Félix Bautista y Joaquín Gerónimo, estaba ahí Miguel Solano, a quien Geomar García, que lo hacía de espaldero y no del periodista del candidato, tuvo que dejar de viajar con él en el carro porque conducía a alta velocidad en la carretera.
Al llegar el equipo al Poder, Solano, para el que no lo recuerda, fue nombrado sub-secretario Administrativo de la Presidencia. Sin todavía conocer bien el Estado, creía que su puesto no era ese, sino el de Diandino Peña, quien pagó toda la logística para que Leonel Fernández recorriera el país y alcanzara la candidatura, imponiéndose con el voto al extinto Norge Botello y Euclides Gutiérrez Félix.
Miguel Solano obligó a Leonel Fernández a que lo separara del Gobierno, pasando a ser de amigo a adversario. Lidio Cadet, como secretario general, quería someter a la disciplina partidaria a Miguel Solano, pero en una reunión del Comité Político que convocaron a la Comisión de Publicaciones para que se encargue del caso, Leonel Fernández salió en defensa de su amigo adversario. “Lidio, deja eso así, que cada partido tiene su loco”. Con esa expresión Leonel Fernández dejó cerrado el caso de someterlo a la disciplina.
Miguel Solano no se detuvo y se inscribió como precandidato a la presidencial en un evento en el que se disputarían la candidatura hacia lo interno Leonel Fernández y Jaime David Fernández Mirabal. El Comité Político aceptó su candidatura, porque el Partido se acababa de abrir y no podía negar el proceso de apertura en el que se estrenaba. Miguel Solano bajó en todas las boletas a todas las estructuras de la organización, pero pasado el proceso no se dio cuenta que perdiendo había triunfado, ya que había logrado un posicionamiento y cometió el error de seguir peleando, como hace Guido hoy.