Tener oídos
No mienten los más viejos cuando dicen, que el que se lleva de consejos llega a la misma edad que ellos. Pero si analizamos la experiencia de Niurka, algo falta a esta frase tan antigua, y es que nuestros oídos no deben poner requisito de edad para escuchar. Si no fuera así, nuestra amiga Niurka hubiera puesto un fuerte castigo a su pequeño hijo de 7 años, cuando una noche, a oscuras, sin la más mínima luz, quiso enseñarle lo que ella, que tenía 10 veces la edad de él, debía hacer.
Fue un día de muchas tensiones para ella, porque trabajó el doble de lo acostumbrado. Cuando aturdida llegó a su casa, vió que no estaba su hijo mayor de 14 años, lo que significaba que había salido sin su permiso.
Antes de sentarse a cenar, le llamó al celular y tuvo con él una acalorada discusión que hizo que en unos 10 minutos, el joven estuviera en lacasa, visiblemente arrepentido de su desobediencia. Pero ella, como quien aprovecha para descargar su rabia y no encuentra la manera de detenerse, seguía y seguía diciéndole cosas, que ya no tenían sentido, hasta que culminó con la peor: vete donde no te vea más. Un silencio llenó la sala, el joven se fue a su habitación horrorizado por las palabras crudas de su mamá, mientras ella, llena de sentimientos confusos se tiró en su cama. Fue ahí, cuando cerró los ojos, y al abrirlos vio una mirada acusadora que la observaba. Era el pequeño David de 7 años, que de inmediato le dijo que quería hablarle. Sorprendida le escucho mientras decía: ¿por qué le dijiste eso? ¿es que no lo quieres? el es tu hijo. La madre callada escuchaba al pequeño que le insistía camina, ve, pídele perdón, lo ofendiste, le tienes que pedir perdón. Ella fue a la sala y David, el pequeño y maravilloso mediador, abrazó su hermano y regresó a la sala para decirle: mamí, él está triste, dile que lo quieres. Se dio cuenta de que debía cumplir el importante encargo y por fin fue…Hoy sabe que recibió aquella noche, el mejor consejo de su vida.