El mayor ejemplo de probidad, honradez, desprendimiento y dignidad profesional, en su más alto nivel, nunca tuve esperanza de que llegaría a verlo, vivirlo y disfrutarlo. En mis dilatados años como profesional, tuve y tengo el privilegio de haber laborado junto a verdaderos portentos de seriedad, honradez y profesionalidad, al igual claro en mayor proporción, con verdaderos y reales granujas, corruptos, ineptos y ambiciosos e, inclusive, con testaferros morales y vergonzantes trofonio y factótum cuya moral y abusivo proceder tanto profesional como personal, apenas sobrepasan el calificativo de basura humana. ÇPero nunca se queda tan satisfecho de unas condiciones humanas, como la de esta persona.
Hay que estar vivo, sin perder la esperanza de conocer lo bueno, valioso y moral que existe sobre la tierra. Si es necesario, hasta filosofando, buscando en esa ciencia la fuerza suficiente para poder respirar el aire turbio que día a día nuestros representantes y aboliticos-mezcla de abogados y políticos- se empeñan en enrarecerlo.
Me siento bien el estar viviendo la experiencia, de ver un hombre, la verdad, creo, hecho a imagen y semejanza del Señor y que ahora más que nunca, puede servir de faro divino que nos guíe con su ejemplo supremo, por el camino de la verdad y la sencillez y nos haga darnos cuenta de la semejanza entre el dinero mal habido y el papel sanitario usado.
Este cura, ha demostrado seguir al Padre, ha demostrado coherencia en su oratoria y accionar. Se ha desprendido y rehusado privilegios y posiciones solo para no distraerse en falsías e idolatrías a su persona que lo alejen y distraigan de lo que en verdad cree y a lo que ha dedicado su vida. Un religioso de alma, vida y corazón, cuyo ejemplo deberían de seguir nuestros sacrificados Bochistas-Balagueristas y Peñagomistas, que solo lo son de la boca hacia afuera, que solo utilizan sus nombres para sacar provecho político-económico pero, ni un ápice de sacrifico ni intención de aplicar sus enseñanzas, su apego a los ideales y la ética y, sobre todo, como este sacerdote, convertirse en esclavos de la verdad, llevándola a la práctica sin importar el sacrificio que esto conlleve.
Y, ahora, el presidente Leonel Fernández nos anuncia que crearía una escuela política y una fábrica de Presidentes, de Senadores y Diputados y, estoy plenamente de acuerdo, siempre y cuando, señor Presidente, existan mejores profesores y alumnos a fin de que no salgan tan malos, corruptos, ineficientes, indelicados, prepotentes, justificadores de lo injustificable, tan teóricos y disfuncionales, como la mayoría ha salido hasta ahora, incluyendo los espalderos y factótum, que lo mejor que han hecho, es mal representarlo.
Necesitamos como sociedad, de alguien que dispare el trabucazo moral que nos haga despertar de esta modorra, de esta anomia de principios que nos acogota y empequeñece como individuos y como nación, mientras un grupo de malos y deshonestos, con su verbo rimbombante, vanguardista o progresista, pero lleno de falsedad, nos hunde cada día más en el lodo cloacal de las indelicadezas.
Aunque no le permitan publicar sus próximos libros y aunque sean censurados por los mismos que existen y han existido por siempre, seguro estoy, que muchos desearían que este sacerdote, este cura de la verdad, pudiese radicarse más cerca de esta América repleta de ídolos de barro, para que muchos miraran hacia el ejemplo del papa emeritus Benedicto XV1, que de no ser por la reconocida fortaleza de la institucionalidad de la iglesia católica, hoy, simplemente fuese, Su Eminencia Reverendísima Joseph Aloisius Cardenal Ratzinger, y que muy a pesar de no existir santos sobre la tierra, a él lo considero, como el modelo que Dios desearía, fueran todos los hombres. ¡Sí, señor!