Opinión

El Movimiento Verde

El Movimiento Verde

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En el libro Modernidad, postmodernidad y valores (2001), mostré mi preocupación profunda por la crisis de valores existente en el país de entonces, 16 años después las cosas no han hecho más que empeorar, por lo que entiendo necesario un profundo movimiento de regeneración, a fin de revertir el creciente proceso de deterioro del tejido económico, político, social y moral de la Nación dominicana.
Como dice el refrán, “no hay mal que por bien no venga”, el destape y conocimiento del llamado caso Odebrecht, entre otros, han puesto en movimiento la opinión nacional que reclama justicia y castigo para los culpables, así como la devolución de los bienes sustraídos al pueblo, su legítimo dueño, para que sean invertidos en el pago de una porción mínima, en relación con la cuantiosa deuda social contraída con los desposeídos y excluidos de todo bien social en esta tierra dominicana.
Esos reclamos justicieros, contra todo pronóstico, vienen siendo empujados por el Movimiento Verde, símbolo de la esperanza nacional, en tiempos de crisis y caída del proyecto humano de vida. ¿A cuáles males apunta el Movimiento Verde? A la sustracción de los bienes públicos, la falta de transparencia e institucionalidad, al clientelismo y el nepotismo, la impunidad y la injusticia. ¿Qué relación guardan las demandas de este movimiento, con los problemas que tiene que resolver la UASD para su relanzamiento y demás requerimientos de mejoras y cambios?
Para nadie es secreto que los candidatos a la rectoría en la UASD gastan cantidades exorbitantes de dinero en las campañas que realizan cada periodo electoral, y todo el mundo se plantea interrogantes al respecto, a saber: ¿De dónde sale ese dinero? ¿Quién o quiénes lo proporcionan? ¿Cómo retorna al acreedor el costo financiero de la inversión realizada? Esto acontece realmente, pero se desliza hacia ámbitos oscuros, peligrosos y misteriosos, en un intento como todo lo inmoral e injusto por borrar sus huellas.

El Nacional

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