POR: Ramón Rodríguez
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Hasta el más imberbe de los dominicanos sabe que en nuestro país la popularidad de los presidentes va de las manos con la buena o mala gestión de los jefes de la Policía Nacional. Siendo esto así, hay sectores con posiciones hipócritas que no les importa el país y están jugando al fracaso de la reforma policial, intentando vanamente minar la popularidad del presidente Danilo Medina.
Cuando pretendemos analizar el rol de la Policía Nacional de una manera aislada, sin tomar en cuenta todos los aspectos vinculantes que rodean a esa institución, no somos honrados. Cuando le pedimos a esa institución que resuelva eficientemente y en tiempo récord, el mínimo problema que acontece a nivel nacional, sin brindar nuestro respaldo al gran esfuerzo que han realizado el presidente Medina, el ministro de interior y policía José Ramón Fadul y el jefe de la policía nacional Manuel Castro Castillo, no somos honrados.
Es innegable que ningún presidente se había empeñado tan a fondo, para que se realizara una verdadera reforma en esa institución. Y lo cierto es, que la reforma va en marcha, con transparencia y sin titubeos, pues no hay manera de solucionar problemas sin reconocerlos y en su toma de posesión, el jefe del Estado reconoció los problemas de inseguridad y desde entonces ha brindado todo el apoyo a esa entidad.
Seamos sensatos: la Policía tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad y orden de los ciudadanos, enfrentar el sicariato, resolver los secuestros, garantizar y resolver el mínimo problema de riña a nivel nacional, pero sus críticos interesados, no se dignan en solicitar más políticas públicas que le beneficien, no se atreven a criticar el aparato judicial y nuestro código procesal penal y penal, que todavía dejan mucho que desear.
La policía sigue siendo una institución que depende grandemente de otras instituciones, que no pueden dar la espalda a nuestra realidad, me refiero al Ministerio Público, que permite que se instrumenten expedientes cuestionables, permitiendo que las calles estén llenas de delincuentes.
