Hay una decisión firme de actuar sin contemplaciones contra los que alteren el orden público y la paz social. En eso soy radical. Son palabras de Hipólito Mejía poco antes de la huelga general de noviembre del año 2003. Saldo de la represión durante esa jornada: 7 muertos y 30 heridos.
Posteriormente, en enero del año 2004, la represión a una huelga general de 48 horas dejó como saldo 6 muertos, 258 detenidos y 165 heridos.
Hoy, Hipólito Mejía se presenta como aspirante a la candidatura presidencial por el Partido Revolucionario Dominicano y comentaristas comprometidos con este injusto y excluyente sistema político se empeñan en presentarlo como elemento que contribuye a mejorar la oferta electoral. ¡No pueden decir que es una oferta insultante!
Hipólito Mejía busca rehabilitarse políticamente, sólo porque ha sido beneficiario de la impunidad, como ocurrió con Joaquín Balaguer y con el propio Leonel Fernández.
No ha tenido que responder por ordenar a los jefes militares en agosto del año 2003 que les dieran leña a los manifestantes para que no encontrara estorbos el montaje de los Juegos Panamericanos; por premiar al sanguinario jefe policial Pedro de Jesús Candelier con la confirmación en el cargo tras numerosas ejecuciones extrajudiciales, y menos por considerar que sus amigos personales tenían licencia para desfalcar el Estado. (Es mi amigo y se queda, dijo cuando la periodista Nuria Piera denunció que Silvio Carrasco derrochaba dinero del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, Indrhi).
Además, la continuidad del entreguismo deja impune el envío de soldados dominicanos a engrosar la fuerza de ocupación yanqui en Irak.
Entreguista y sustentador del autoritarismo, Hipólito es igual a sus rivales en el PRD (el desacreditado multimillonario Miguel Vargas, entre ellos) y a sus competidores de otros grupos (partidos no son) como Amable Aristy, Danilo Medina y Hatuey De Camps. Ellos se mueven en un círculo que cierran el delito común y la delincuencia política. Ahí nacen, se sepultan y se reciclan. ¡Feo rostro el de la podredumbre!