Cuentan, no se sabe si cronistas o historiadores, que un señor llamado Pericles de la Grecia de los filósofos descubrió hace más de dos mil años lo que en lenguaje ¿derechista? de hoy le llaman la estabilidad macroeconómica. Plata, hierro, cinc, estaño y mármol eran sus recursos, o sea que para lograr la importación de los alimentos que no tenía dependía de la exportación de manufacturas. A esas manufacturas le agregó una moneda: la dracma. Con una cantidad de plata que no fue alterada, la convirtió en moneda de cambio en lo que en esos tiempos era el mundo global.
Su manejo de las cuentas públicas le permitió que gobernara por 40 años hasta que, al decir de los dominicanos, el pelo del sancocho hizo su aparición con el nombre de Aspasia. Con Aspasia Pericles rompía la ley por el mismo impuesta que prohibía la legitimación y la extensión de la ciudadanía a los hijos de la unión con extranjeros. Aspasia era extranjera.
En la actualidad, el euro, sustituto de la moneda griega de Pericles está en aprietos. Algunos afirman que la causa es el relajo de los gobiernos a las normas de la Unión Europea en relación al Pacto de Estabilidad Económica (PEC) que limita al 3% del déficit fiscal y al 60% de la deuda pública del Producto Bruto Interno (PIB). En el 2004, a instancias de Francia y Alemania, se les permitió a los países del Club endeudarse por encima de lo establecido. Hoy, 20 países de los 27 miembros no cumplen con las normas. Asunto de no respetar la ley impuesta por los mismos miembros del Club.
Para otros los malos de la película son el mercado y el libre comercio. La solución de los gobiernos a través de los paquetes de estímulos aumenta la deuda y aumenta la intervención estatal. Le llaman keynesianismo.
Se pronostican dos escenarios. El primero es la declaración de quiebra, le llaman default, de manera que pueda reestructurar la deuda. El segundo es no sólo la quiebra de Grecia sino su salida de la zona euro, regresar a la dracma y devaluar para impulsar las exportaciones.
Para algunos, el segundo escenario conduciría a la desintegración de la moneda única y dicen las malas lenguas que el objetivo del rescate es salvar a los bancos alemanes y franceses, que poseen gran parte de la deuda de Grecia.
Al mismo tiempo, la crisis griega trae dos debates. Uno, el financiamiento del Estado de Bienestar europeo. ¿Reforma o quiebra? Dos, los mecanismos de regulación y normas de una zona gobernada bajo una misma moneda. ¿Gobierno económico?