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Enfermedad musical

Enfermedad musical

Como todo comienza por la resistencia. Donde no hay resistencia, no hay creatividad y si la hay no es como se quiere. Pero en el fondo todo es así.

Al diagnosticar la “enfermedad” (Dembow, reguetón, grafiti, literatura, vestuario, gestualidad) tomamos el riesgo de contagiarnos.

Estas creaciones de nuestro tiempo (imagen y oralidad), al plantearse aquí han contagiado, sin menosprecio de este término, a todos los estamentos sociales del país, incluyendo al cuerpo astral (nada más hay que detenerse a ver caminar a nuestros jóvenes que el cuerpo habla), y como el Dembow y el Reguetón han influenciado a las secta e iglesias en sus alabanzas al creador. ¿Eso está bien? Yo prefiero esperar a ver qué va pasar.

El grafiti tiene otra historia, considerado ya como un arte; quizás hasta los dibujos de las cavernas se pueden entender como tal. Buscaban transgredir una realidad. Eso también hace el grafiti actual. Violentar un espacio, público o privado. Paradoja de un sector de una sociedad para manifestar su inconformidad del tiempo vivido. Solo el hecho de transgredir o intentar al hacerlo en los espacios privados y públicos era (es) una forma de decir que no estamos de acuerdo con la vida que vivimos y nos hacen vivir. Es una especie de subvertir el orden-pensar para hacerse sentir en el hacer, es decir, en el acto. La primera violencia del grafiti es la brevedad de lo planteado en la oscuridad del día.

El Vestuario y Gestualidad. El primer Dembow y Reguetón me parece fue el Tango. En su exponente simbólico, Carlos Gardel. Impuso una manera de vestir impecable, de caminar, de peinarse, de cantar, que fue trasladada a otros géneros tanto en su eroticidad como en su “no sé qué”. Lo mismo pasa con el Dembow y el Reguetón en la actualidad. El hecho del tango ser asimilado por un sector social de Francia sirvió para afianzarse en Argentina y demás países latinoamericanos, teniendo como base de exportación discográfica a la ciudad de Nueva York.

Entonces, todo ritmo, a la vez que impone su interpretación espiritual de un sentir dirigido a la sangre, también lo hace hacia el exterior, de acuerdo a su tiempo. En lo que se refiere al desbarajuste en el vestuario y en el habla (el lunfardo, en el caso del tango), fue cosa normal al igual que los géneros urbanos y cualquier otro género del pasado recién. Hubo una poética y narrativa influenciada por el tango. Lo mismo puede pasar con el Dembow y Reguetón, por ejemplo, entre otros. Pienso que sí, y quizás sea la que más perdure. No necesariamente por la calidad de sus escritos individuales, sino como totalidad, novelas, cuentos, poesías, en los escritos en general, por ser o constituirse en una especie de radiografía de una percepción del presente real recién vivido o como si se estuviese delante de una pantalla de un televisor (oral e imagen) que lo podemos registrar ahí mismo, escribiéndolos desordenadamente, oyéndonos a nosotros mismo yéndonos por pedazos.

De la lirica o literatura surgida de esa fuente ¿o frente?, no hay garantía de que se pueda persistir en ella, que no sea bajo la impronta de la improvisación, en lo inmediato, por el grado de su velocidad más los temas que tratan en sus letras (alcohol, droga, promiscuidad y sexo en su diversidad más “deudas sociales”, por su manera de reclamar ese supuesto tomarse en cuenta). Si se puede hacer una crítica sería que en la medida en que se “limpien” esas expresiones artísticas, esas experiencias de la creación artística tienen que disfrazarlas o acompañarlas con estudios sistemáticos, para poder aprovecharla en todas sus energías destructivas que pasan a ser constructiva en un texto.

El caos no genera orden sino a largo plazo, no el de antes, sino como se entiende ahora. La jerga en que se escribe esa literatura, aunque arroja todo el caos de la sociedad, por la falta de incumplimiento sistemático a los jóvenes, a la sociedad, también termina por dejarla colgada del precipicio. Si cabe todo lo que pasa por la cabeza del creador y del ejecutante, sin filtro, como le pasa a esos géneros, actuando como denuncia del cuerpo, como “Crónica de una muerte anunciada”, de la sociedad, de sí mismos… bueno a imaginarse el resto.

Otra “crítica” y es que los que ejecutan o escriben esos textos nada más tiene tiempo para pensar en el éxito, y eso está bien, pero lo que se hace con tantas estrellas dentro, hasta la más lejana se convierte en un cementerio particular y hasta marino. Además que se hace como articulo desechable, que en el fondo todo resultado humano lleva esa impronta. Otra cosa a tomar en cuenta, son los “valores” que practica entre ellos, a veces, son de los más “bajo que se pueda imaginar”, tomando en cuenta la violencia que busca generar y lamentablemente lo consigue (esta si es a corto plazo).

En conclusión, esta mezcla aquí planteada (Dembow, reguetón, grafiti, literatura, lenguaje, simbología, vestuario y gestualidad), como tema de ponderación, tan solo quiere resaltar el caos social en que vivimos, que sin una “vigilancia” clara, no para evitar nada, sino más bien para comprender nuestro tiempo en las manifestaciones de nuestro ser como sociedad, que es en esencia toda búsqueda del cuerpo y la mente, envuelta en una nebulosa que quiere llamarse “arte” en el orden creativo.

Tengo confianza de que se depurarán, y al hacerlo ahí mismo pasan a ser historia. La historia de las manifestaciones artística tienen fecha de caducidad, menos el hombre, y cuidado.
El autor es escritor.

El Nacional

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