Luna de miel de aventura
Como en la vida misma. Así fue la tercera luna de miel. Caminando entre lomas y llanos, subiendo y bajando y poniendo fuerzas para con mucho ánimo lograr romper barreras y llegar felizmente juntos al objetivo. A unos días de casados nos aventuramos por varios puntos del Norte y el Este del país. Logramos entrar a lo más oscuro de una de las salvajes cuevas de Cumayasa y como en la cotidiana vida fue preciso agarrarse duro para no caer en el intento. Es el precio de casarse con un francés que ama la espeleología. Si no estas en ánimo de acompañarlo a visitar lugares que son indiferentes a los dominicanos mejor no decir si. Mejor decir no si no estas dispuesta a ensuciarte toda la ropa en busca de pictografías taínas y todos los descubrimientos que puedes hacerse debajo de la tierra. Si no estas dispuesta a caminar largos trechos para disfrutar mejor la naturaleza.
Luna de miel salpicada de lodo
Nuestra primera luna de miel fue en París y la segunda en un crucero por El Caribe. Esta, la más reciente de muchas fue diferente y así debe ser cuando se quiere vivir en una eterna luna de miel. Incluyó entre los puntos visitados el Salto del Limón en Samaná. Por un momento bromeamos si la luna era de miel o de agua o lodo, pero no, la luna era y seguirá siendo y sabiendo a miel aunque por momentos se embarre de arcilla, de agua salobre o de las arenas blancas de una playa tropical. Al salto del Limón todos subían a caballo, pero nosotros preferimos subir a pie y sin guías y es que para franceses acostumbrados a subir a los pirineos llegar al salto caminando es un maíz. Es la oportunidad de disfrutar sin prisa de cada detalle que se presenta a nuestra vista. Fue preciso cruzar 3 charcos y en uno de ellos el agua nos llegó casi a la cintura. Todo fue como un reto y lo asumimos con seguridad y alegría. En la tarde, cuando bajamos del charco emprendimos una caminata para recorrer varias playas de las Terrenas. Cruzamos entre otras por Las Ballenas, por Playa Bonita y a 8 kilómetros de nuestro lugar de partida llegamos a Cosón, donde buscamos con ansias donde cenar unos pescaditos a la criolla y luego algún transporte que nos regresara donde dejamos el vehículo.
Constanza también estuvo en nuestro recorrido. Fue lo más parecido a una luna de miel convencional gracias a las flores que me compraron en una de las jardinerías. También incluimos visitas a algunos puntos de La Capital que poco habíamos visitado y que de camino nos sirvió para mostrar a los franceses que vinieron a acompañarnos en nuestra sorpresiva boda. Fue una luna de miel fuera de lo común Nada de sueños que solo pueden ser realizables por pocos días y es que cuando se quiere que todas las lunas de miel sean eternas hay que hacerlas lo más parecidas a la vida misma para que como dice Sabina podamos lograr que todas las noches sean noches de bodas y todas las lunas sean lunas de miel entre el cielo y la tierra. Marileiqhotmail.com.