Por más curados de espanto que puedan estar los dominicanos, hasta una estatua de piedra tiene que inmutarse frente a los escándalos con que se despide este traumático 2008. Si los bochornosos episodios que han dejado tan mal herida la institucionalidad y la moral pública son la antesala de un 2009 que se ha proyectado catastrófico y sombrío, que Zanca `e Palo se apiade de los hijos de esta tierra.
¿Qué se puede pensar después de los indultos del Presidente a gente condenada por corrupción? La decisión es la primera parte de una estrategia y otro eslabón de una cadena que comenzó con exclusiones indignantes y el retiro de expedientes contra acusados de malversación de fondos públicos.
Los indultos relegaron a un segundo plano la estocada más dolorosa al sistema democrático como el fallo de la Suprema Corte de Justicia que declaró inadmisibles los recursos de inconstitucionalidad del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Foro Social Alternativo contra el préstamo por 130 millones de dólares con la Sun Land.
La sentencia enseñó las interioridades de un Poder Judicial incompetente, sumiso y contrario al libre juego de las ideas al restar facultad a entes jurídicos para velar por los intereses de la nación. Conscientes de lo que hicieron, los magistrados se han refugiado en el silencio, sin atreverse a dar la cara ni para tratar de justificarse. No ha sido el primer atentado del tribunal, aunque, sin duda, el más alarmante. A tal punto que despertó una opinión pública que parecía anestesiada.
Si algo faltaba, la nota la pusieron los jueces de la Cámara de Cuentas con los ofensivos incentivos que se aprobaron para compensar su sacrificio por el saneamiento que se proponen de esa entelequia. Aunque devolvieran los recursos, la decisión no los redime del desacierto que habían tratado de justificar con alegatos que privilegiaban intereses personales sobre la vocación de servicio. Y todavía más cuando ni siquiera se arrepintieron.
Si así termina este 2008, un año pletórico en escándalos bochornosos, entre los cuales se incluye la utilización abusiva de los recursos del Estado en el proceso electoral, la compra de conciencia, la implicación de oficiales y funcionarios en el narcotráfico, ¿qué se puede esperar del 2009? Con un sistema institucional tan deteriorado, sólo se espera lo peor. Todo lo que ha ocurrido puede quedar chiquito a los presagios del año entrante. No es pesimismo ni cantos de sirenas, es la cruda realidad. Las perspectivas son sombrías, aunque el petróleo caiga por debajo de los 20 dólares el barril y los mercados internacionales se abaraten tanto que con centavos se pueda importar trasatlánticos.
La estocada al sistema institucional, columna vertebral del Estado, presagia un inquietante proceso de consecuencias impredecibles. Si en condiciones normales las leyes son relegadas, hay que imaginarse lo qué podría ocurrir en medio de adversidades cuando no se cuenta con Congreso ni Poder Judicial y los ciudadanos han sido reducidos a números.
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