Horas después de que el Parlamento de Cataluña aprobara la independencia de esa región, el presidente de España, Mariano Rajoy, dispuso la disolución del gobierno catalán, de su Congreso y convocó a elecciones regionales para el 21 de diciembre.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, no obtemperó el llamado para que desistiera de su proyecto secesionista, por lo que Rajoy aplicó el artículo 155 de la Constitución española que ha puesto fin al gobierno catalán y a su Parlamento.

Se trata de un episodio triste para España que divide a la población de una de sus regiones de mayor ascendencia histórica e impulso económico, lo que también afecta a todo el conglomerado español y al de la Unión Europea, que, obviamente nunca reconoció ni alentó ese exabrupto independentista.

El Tribunal Constitucional de España había declarado ilegal el intento de Puigdemont de declarar a Cataluña República Independiente, pero cuando el Parlamento declaró a unanimidad ese propósito, el presidente Rajoy activó el artículo de la Constitución que le otorga poderes para disolver al gobierno catalán.

Es claro que esos aprestos secesionistas no se corresponden con el momento histórico que vive España, la Unión Europea y el mundo, que es el de impulsar la unidad política y geográfica de las naciones y de promover la integración regional sobre la base de figuras jurídicas como la que ampara a la región de Cataluña.

Juan José Ayuso

La muerte del periodista, investigador y catedrático universitario Juan José Ayuso, acaecida el viernes, enluta al periodismo, las letras, la Academia y a la sociedad toda, que pierden a un gran soldado de la democracia y a un ciudadano ejemplar.

Ayuso fue durante años columnista de El Nacional por lo que este periódico y todo su personal sienten gran congoja por la pérdida de uno de sus más insignes compañeros, quien tuvo también la condición de maestro del periodismo y cultor de una prosa sencilla, fuerte y elegante.

Los votos de pesar por la muerte de Juan José Ayuso van dirigidos de manera especial a su viuda, Luz Delfina, sus hijos José Alejandro y Leticia Rosa, y sus nietos Mauricio, Nicolás, René, Eugenio y José Alejandro. Paz a sus restos.