El partido entre las selecciones de República Dominicana y los Estados Unidos provocó anoche una especie de toque de queda en Santo Domingo, con una apreciable disminución del tránsito de vehículos y una escasa presencia de personas en las calles.
La mayoría de los capitaleños se quedaron en sus casas para ver como el equipo dirigido por Tony Peña derrotaba tres carreras por una a la poderosa escuadra del Norte, dirigida por el legendario Joe Torre.
En contraste con calles y avenidas casi vacías, los centros de diversiones estuvieron abarrotados de personas que observaban en televisores y pantallas gigantes el encuentro que se llevó a cabo en el estadio de Los Marlins de Miami.
Los lugares de baile y de expendio de bebidas alcohólicas se convirtieron en salas de cines, donde los presentes aplaudían y gritaban cuando algunos de los jugadores dominicanos hacían una excelente jugada o bateaba de hit.
Igual algarabía se producía en los barrios de la parte Norte del Distrito Nacional, como ensanches Luperón y Espaillat, Gualey, Guachupita; y en sectores del centro de la ciudad como San Carlos, Villa Francisca, Villa Juana y otros.
Cuando el lanzador Fernando Rodney, nativo de Samaná, sacó de out al hawaiyano Shane Victorino, con un elevado a las manos del tercera base Migual Tejada, en gran parte de la ciudad de escuchó una algarabía de triunfo.
El partido demostró que la gran pasión de los dominicanos sigue siendo el béisbol, sin importar donde se juege.