Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

El concepto sobre lo correcto, ¿se perdió ?

Porque… “Aceptar la civilización tal como es, es un medio práctico de aceptar la podredumbre”.

Todo lo hemos hecho, cosas buenas, muy buenas, excelentes y desgraciadamente, todo un mar de atrocidades, bajezas, traiciones que han llegado a querer vender por parcela hasta la propia Nación. Pero, así hemos sido, somos y seremos. Sin ser pesimista ni mucho menos, creo que eso lo traemos en los genes, una mezcla desgraciada entre extranjeros bandoleros e indígenas  sumisos, que desde el descubrimiento o conquista –como mejor le plazca–, sólo se preocupan por complacer a todo el mundo,  sin importar la moralidad del hecho. Claro, que de vez en cuando, “debajo de cualquier yagua vieja, sale tremendo alacrán” y retorna la vieja historia de lágrimas y sangre, para corregir entuertos.

 En estos tiempos,  la consigna es,  buscársela como quiera y, para eso, cedemos a todo, entendiéndose a todo lo que no es correcto. No importa moral ni virtud, lo importante es obtener lo que se busca y con eso ya se convierte en “correcto”, podríamos decir que se hace valedero,  que el fin justifica los medios: dividir el país en mil parcelas para justificar lo injustificable, en beneficio de los parásitos que se escudan en la política.

 Hacerse el bueno o el gracioso y más si se es funcionario, es el camino para hacerse el héroe, el líder, mientras la institucionalidad se va por el desagüe y cada día nos hundimos más en la indefensión y la apatía por hacer lo correcto, como si ese sello que traemos en los genes fuese indeleble.

 Por eso nos quejamos a diario de situaciones vergonzosas, que al día siguiente, están olvidadas si se ha complacido al sector que abogaba por ciertos privilegios, indelicadezas o quizás, reclamos inocentes a causa de la falta de iniciativa de las autoridades llamadas a resolver el asunto y que por costumbre se acomodan a la solución en apariencia más fácil pero, a la vez, la más ineficiente.

 Claro, que donde quiero llegar es a la falta de autoridad de los llamados a ejercerla. La sociedad se queja –por ejemplo–, con justo reclamo,  sobre el manejo del personal militar en cuestiones que no van acorde con su razón de ser. Pero, ciertos y determinados secretarios o ministros se comportan como las prostitutas, que no saben decir que no. Le temen como el diablo a la cruz ejercer con autoridad sus funciones. Prefieren hacerse los buenos mientras la institucionalidad se va al fondo del mar.

 Por eso nos referimos a los genes y específicamente en este caso a la herencia psicológica de este pueblo pendejo, dominado por una clase política cada vez más prepotente y exigente de privilegios irritantes que es prácticamente imposible cuantificar lo que representa en dinero, que ha la vez se traduce en miseria para el pueblo y destrucción de la institucionalidad de los organismos que pobremente han logrado sobrevivir hasta el momento, como es el caso de lo que ostentosamente aún se da por llamar fuerzas armadas.

 Expresó mi estimado y respetado profesor Adriano Tejeda, un concepto claro y definido, al cual siempre he hecho referencia, por ser una de las peores enfermedades que padece esta cosa-país, nación, finca, cacicazgo- póngale como usted quiera, y es que “los dictadores son más fáciles de matar que las dictaduras, ello así porque las dictaduras se sustentan en una cultura política que perdura por generaciones transmitida de padre a hijo (…), los dominicanos matamos a Trujillo, pero no hemos liquidado a su dictadura”.

 Complejo de la dictadura del cual no nos hemos podido liberar, o dígame usted: ¿qué hace un soldado en una estación de pago de electricidad, o estafeta de correos, cuando esos organismos pueden fácilmente pagar por su propia seguridad? ¿Qué hace un soldado -indistintamente del rango- en un banco comercial, que puede pagar su seguridad? ¿qué hacen soldados cuidando un tanque de agua, si esa institución tiene presupuesto suficiente para prestarse su propia seguridad y que además, tanto en este como tantos otros casos, en este país no existe amenaza real o ficticia de terrorismo?

 Y eso no es nada. Ponga atención a todos los “funcionaritos” desde primera hasta última categoría, que andan con chóferes y hasta escoltas militares y policiales, cuando en este país sólo el Señor Presidente de la República y el Vice-presidente, deberían ser los únicos con estos privilegios, debido a su alta responsabilidad e innegable requerimiento de seguridad.

 Y no visite estaciones de combustible, estaciones de peaje, centros comerciales, empresas civiles y personajes de cualquier calibre con chóferes y guardaespaldas militares, incluyendo toda una gama de oficios, desde abogados, contables y  periodistas que hasta seguridad en sus condominios y residencias están a cargo de militares, mientras el entrenamiento de estos es nulo, la seguridad al resto de la ciudadanía es imposible por falta de personal y de la frontera, mejor ni hablamos.

 Y hasta que no aparezca un ministro con los breteles bien puestos, que establezca con responsabilidad que la obligación de los militares en tiempo de paz es el entrenamiento, todo en busca de la disciplina, sostén de la razón de ser de los militares y que además exija que cada organismo o institución, ya sea gubernamental o privada, forme su propio personal de seguridad, aunque el jefe sea un militar con experiencia, seguiremos con la misma cantaleta y con la misma ineficiencia. Esto creo, esto pienso. ¡Si señor!

La crisis se produce porque lo viejo no acaba de morir y porque lo nuevo no acaba de nacer”

Bertolt Brecha

El Nacional

La Voz de Todos