Beneficios para algunos y pesares para otros
Porque en el fondo Todos queremos y somos vilmente engañados
Piense donde comienza y termina la gloria de un hombre y diga: mi gloria fue haber tenido a mis amigos. Pero siempre está presente la iniquidad humana, la voracidad del grupo social y la simulación de pretender sonreír sin querer estar donde estás y la insaciable hipocresía en su traicionero accionar.
Reitero, y volvemos día a día a lo mismo, que ya se hace costumbre, hablar y actuar con la misma rutina de simulación o engaño, tratando de hundir al semejante con la hipocresía de pretender que todo el mundo es pendejo o pusilánime. Otra vez, que vaina.
Desear que lo que no es, sea. Que el pervertido se arrepienta y se convierta, a sabiendas de que será lo mismo con diferente ropaje. Es pretender que algo salvaje tenga vergüenza o lástima de sí mismo. Aspiración pendeja que solo deja amarguras y hondo sabor amargo en el paladar.
El engaño va y viene. Se olvidan que la palabra es deuda, mientras las cuestionadoras y dolorosas preguntas se pierden en el accionar engañoso de las respuestas vanas, con argumentos de leguleyos, para ser creídas por tarados o aquellos que desconocen hasta sus propias capacidades para oponerse a las manipulaciones, y se limitan, por miedo o desvergüenza, al consabido yes sir, no sir.
Todos somos culpables y todos tenemos que pagar la cuota que nos corresponde en la medida de nuestra cobardía o dejadez. Mientras tanto, los políticos se rejonean y continúan con su aparente interminable zafra. Por ejemplo: ¿qué pasa con nuestras calles, avenidas y autopistas que a las primeras gotas de lluvia se producen inmensidad de furnias en las mismas? ¿Qué pasa en otros países donde llueve igual o más que en este simulacro de país y usted no ve un hoyo en las calles? ¿Será la calidad del asfalto o los agregados utilizados? No sé -al igual que el club de los pendejos-, si este asfalto es más barato-caro que el utilizado, por ejemplo, en Miami, pero sí sé, que allá usted no ve un hoyito. Además, el sistema de alcantarillado funciona como debe ser. Uno no entiende la construcción de tantas y costosas vías públicas sin alcantarillado, y más, estando en un país tropical con sus sabidas temporadas de lluvia que azotan cada pulgada de suelo. ¿Habrá que investigar si las asignaturas en la carrera de ingeniería impartidas en nuestras universidades incluyen este tema tan pantanoso? ¿O es que se pierden en los bolsillos de quienes contratan o son contratados por todas las vías?
La mal llamada autopista Duarte es un buen ejemplo sobre el tema. Cientos de millones de año en año y nada, todo igual. Así o peor ocurre con las calles y avenidas de barrios y residenciales sin que nadie cuestione la calidad del trabajo realizado. Si queremos saber la calidad de nuestros ingenieros basta mirar los tramos reacondicionados de la autopista Duarte, que mediante agrado a agrado, por lo regular se asignan a diferentes empresas constructoras, las cuales, por lo general son las mismas. Junto a las cruces que bordean esta autopista deberían colocarse letreros que recen así Estos son los hoyos del ingeniero fulano de tal, que tanto nos costaron a los contribuyentes. O Este ardiente asfalto de nuestros sobresaltos es obra de la empresa de don mengano, ¿usted la contrataría para su tumba?
Quizás por cosas como esta, es que sale a relucir en cualquier momento, la era, cuando la era, era era. Después de más de cuarenta años, aún existían rastros del codofalto utilizado en la era. Ahora, al parecer, es otro tema tabú pero, que increíblemente, todo el mundo conoce, acepta y calla.
En base al problema que existe, entonces tendríamos que preguntarnos, ¿dónde es que está el melao?, ¿en el asfalto o en los agregados? Aunque la respuesta no importa, ya que el resultado es el mismo. Los que pagan y cobran se ríen a boca batiente, mientras el otro grupo paga las consecuencias.
Eso trae al tema lo expresado por Hesíodo: Hay pueblos que se dejan engañar; eligen a demagogos y adoran tiranos y farsantes, aunque claro, podríamos concluir esto, con Alberto Cortés y decir: Hasta cuándo seguiremos esperando, hasta cuándo seguiremos dando cuerda: ya el reloj de la esperanza está fallando y podemos irnos todos a la mierda. ¡Sí señor!
La frase
La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser.