Por las congratulaciones ofrecidas por el Banco Mundial (BM) al vicepresidente de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), licenciado Celso Marranzini, por la gestión que realiza al frente de ese holding público, se colige que el sector eléctrico marcha bien, al menos desde la óptica de ese organismo multilateral, que no parece enterado de la agonía que sufre la ciudadanía con los apagones cada vez más extensos y prolongados.
Para el BM, Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Fondo Monetario Internacional (FMI), la industria eléctrica va por buen camino, pues el Gobierno aceptó reducir en un 20% el presupuesto de la administración pública, para poder completar el pago de deuda a los generadores por 750 millones de dólares.
Ese sector marcha a las mil maravillas porque ya el Gobierno comprometió más de 18 mil millones de pesos en el Presupuesto Nacional de 2011 para ser transferido al barril sin fondo, a pesar de que el FMI ha presionado para que el déficit fiscal sea reducido a 1.3 del Producto Interno Bruto, lo que significa que el financiamiento presupuestal con recursos externos se reducirá de 115 mil millones a 96 mil millones de pesos.
La situación de la CDEEE para esos organismos multilaterales, pinta color de rosa porque el Gobierno aceptó su exigencia de colocar al frente de las distribuidoras a personal extranjero bien pagado, cuya misión seria incrementar los cobros sin importar los apagones.
A esa gente parece no interesarle que aquí se paga la tarifa eléctrica más cara de América, que se arrastra un descomunal atraso en el programa de construcción de nuevas plantas, que el kilovatio/hora ofertado por las empresas generadoras es dos veces más caro que el de Puerto Rico, a pesar de que el sistema dominicano posee un apreciable componente de hidroeléctricas y de mayor uso de gas natural y de carbón mineral.
Se sabe que la única manera de que las distribuidoras de electricidad lleguen o se acerquen al punto de equilibrio, sin auxilio de las millonarias transferencias gubernamentales, sería mediante un aumento descomunal en la tarifa eléctrica, que ya supera los 26 centavos de dólar, lo que significaría masacrar aún más a la clase media, al comercio y a la industria.
Marranzini ha dicho que una vez se logre recuperar las economías de las Edes, se determinaría si son traspasadas al sector privado, lo que quiere decir que ahora el Estado y la población tienen que engordar unas vacas con vocación de convertirse en negocios tan fabulosos como las generadoras de electricidad.
Ojalá que el Fondo Monetario, Banco Mundial, BID y las autoridades de la CDEEE, coloquen en sus portafolios de recuperación del sector eléctrico el tema de los apagones que tienen a la ciudadanía al garete y a la gobernabilidad sentada sobre un fogón ardiente.