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Fuentes de las biografías notables

Fuentes de las biografías notables

El intento de relatar la vida de otro no se hace sin admiración, no importa si quien la escribe comete una que otra “indelicadezas”, que al fin y al cabo la hace más interesante.

Colocarse en la vida del otro “paso a paso”, desvelando, en adstrato, esa vida ya vivida y recreada a partir de documentos, opiniones orales o escritas de contemporáneos como testimonios de conocidos y desconocidos de la época, son parte de las fuentes de una biografía notable.

Biografiar es un arte de narrar, “hechos”, o manera de entender la vida que vivieron e hicieron de ese hombre, mujer, o acontecimiento algo inexplicable y explicable a la vez reivindicador de la vida, por encima de sus contemporáneos con sus acciones, ya es algo valorable, digno de ser recordado.

Como todo género, quizás nació en la antigua Grecia. La primera podría atribuírsele al filósofo Platón sobre Sócrates, en el mismo orden, de Jenofonte sobre el mismo personaje ¿histórico? También como cuentan los Apóstoles vida de Jesús y su paso por la tierra, en la Biblia; pero las consideradas como tal son las de Suetonio, Plutarco y La vida de Dante, de Boccaccio.

A la vez de considerar un río-vida de gran caudala las biografías, biografiar una vida es toda una proeza, por algo el poeta Jorge Manrique, el de la copla a su padre, asemejó la vida a los ríos, que van a dar a la mar, aunque no terminen de desembocar. Son lecturas que por más que se lean y relean no dejan de asombrar.

Una buena semblanza nos acerca a la vida y obra del personaje al que se biografía.

No se discute el poder reivindicador y espiritual de la lectura de una buena biografía. Se siente que se vive lo que se narra, se poetiza, se dramatiza esa vida, ese acontecimiento. Llegar a pensarse que no es verdad lo que se está leyendo no le quita el asombro, cierta verosimilitud; pues de una forma u otra nuestro espíritu necesita de lo grande para poder soportar lo pequeño, lo “intrascendente” que podríamos tildar la vida que se está viviendo, que se vivió, pero que no es así. Sin embargo, quizás, todo eso no pase de ser una percepción de una ponderación profunda y evocadora de una vida, un tiempo descrito que ya no existe, que tal vez no existió, sin dejar de ser interesante.

Una buena biografía nos acerca a la obra de quien se biógrafa. Si es poeta, a su poesía; si es novela, a sus novelas; si es pintor a sus cuadros y a las vicisitudes en su realización. Eso pasa con Vasari, aquel que biógrafo de los grandes artistas del Renacimiento.

Hay quienes escriben sus memorias y pasan a ser una especie de biografía como el reflejo de la imagen en el espejo, como si la hubiese escrito otro, con la magia de la palabra escrita salpicada de poesía. Una biografía es un novelar montado en un Pegaso, bajo la salvedad, aunque no se diga, de que esa vida fue vivida. Que despierto no se distingue la realidad del sueño. Es al mundo de las palabras escritas que nos somete los grandes biógrafos del siglo pasado como S. Zweig, H. Lamb y E. Ludwig. Vidas de personajes modernos y antiguos llevados de las manos hasta la barca de los sueños.

Una buena biografía es un trabajo sistemático de investigación con lo que sobrevivió y se reconstruye de una época, gracias a la imaginación del biógrafo para decirle a la siguiente, a la que se escribe la obra y a las que les precederán, que ese acontecimiento, personaje merece ser recordado.

La primera biografía podría atribuírsele al filósofo griego Platón, sobre Sócrates.

La lectura de biografías nos da la doble cara de Jano, la dimensión justa, moral, familiar, sabia e inteligente de quién fue ese “Ciudadano del mundo” que, bajo un esfuerzo sistemático y contra todo obstáculo buscó alcanzar sus “éxitos y derrotas”, de la que se compone el vivir, pero sobre todo el éxito.

Las biografías nos hacen mejores seres humanos por el hecho de que aprendemos que nada sale bien porque sí, sin un esfuerzo “descomunal”.

Encontraremos ejemplos en todas las lenguas. Grandes biógrafos dan testimonio de ello con las biografías que han sobrevivido y se siguen leyendo con fruición.

Al darle la biografía vida, de nuevo, a un personaje o acontecimiento histórico, sea un gran conquistador, un médico, un científico, un artista, un filántropo, un hombre de estado, la vida de un río (como la de Ludwig sobre el río Nilo), es un gozo que, con solo abrir el libro, ponerse cómodo y dejarse ir con las letras impresas ya estamos viviendo una vida paralela de otra dimensión.

El autor es escritor.

El Nacional

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