Sin lugar a dudas la esfera política en la República Dominicana se encuentra, desde nuestro punto de vista, en uno de sus momentos históricos más frágiles, girando en torno a la siguiente pregunta: ¿cuándo se llevará a cabo el famoso “relevo generacional”?.
Siendo las elecciones del 2016 muestra fehaciente del génesis de una lucha de tiempo indefinido por el poder; donde de un lado podremos encontrar a las corrientes más conservadoras conformada por los rostros tradicionales de la vida político de la República y de otro lado, jóvenes simpatizantes de diferentes partidos que desean tomar el rumbo tanto de sus partidos como de instituciones estatales.
Entre los cargos obtenidos podemos citar una senaduría, alcaldías, diputaciones y una que otra regiduría, cabe destacar que si bien es cierto que en las elecciones del 2016 un grupo de jóvenes sorprendieron al obtener cargos electivos de diferentes niveles, no menos cierto es que muchos de esos jóvenes tienen vínculos desde sanguíneos hasta económicos con los viejos robles de la política, cuestión que lo define como un espejismo de las tendencias conservadoras. En otras palabras, más de lo mismo, ilustrado con caras nuevas e incluso, sin arriesgarnos a ser extremistas, estamos viendo cómo familias pudieran estarse adueñando de partidos.
A pesar de todo, el poder no se hereda. Y es sobre esa base que podemos afirmar que estos “liderazgos” partidarios gracias vínculos sanguíneo o económico de jóvenes diputados, alcaldes, regidores; no son sostenibles. Y generan descontento que será el empujón necesario para olvidar el paternalismo, y empezar a abrirse paso de cualquier forma que sea necesario.
Es por tanto que antes de hablar de relevo generacional, tenemos que fijarnos en distintos factores orgánicos, y como nos plantea el investigador Giovanni Sartori en su libro Partidos y sistema de partidos: “Con el tiempo, cualquier comunidad política nos plantea la cuestión ¿Ha cambiado o sigue siendo igual?”