PARIS, FRANCIA, (AP).- Para los conservadores de Francia las elecciones de este año debían ser un triunfo fácil.
Sin embargo, el Partido Republicano, otrora favorito para recuperar el Palacio del Elíseo en 2017, está en crisis por las denuncias de corrupción que han manchado la campaña de su candidato presidencial Francois Fillon.
Divididos mientras Fillon se aferra a su candidatura, los conservadores ven cómo sus esperanzas presidenciales se desvanecen día a día.
Por su parte, los nacionalistas de extrema derecha se preparan para lo que esperan sea su momento al estilo Donald Trump, en el que la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen, demuestre que las encuestas estaban equivocadas y aproveche el sentimiento contra los inmigrantes y contra el sistema que cunde en Europa en su intento por ganar la presidencia.
En la actual contienda presidencial todo puede pasar de hoy al 23 de abril, día de las elecciones.
Pero lo que sí es evidente es que los conservadores están en problemas y nadie está dispuesto a reemplazar a Fillon cuando faltan menos de siete semanas para que finalicen las campañas.
Muchos conservadores fincaban sus esperanzas en que el exprimer ministro Alain Juppe levantara la mano y salvara las oportunidades de triunfo de su partido, pero el lunes rechazó ese regalo envenenado.
«Es demasiado tarde», declaró Juppe a la prensa, y acusó a Fillon de haber llevado a la derecha francesa a un «callejón sin salida» antes de las elecciones. Fillon superó a Juppe en las primarias del partido.
«Qué desperdicio», afirmó Juppe. «La semana pasada recibí muchas llamadas de personas que me pedían que asumiera la candidatura. Me hicieron dudar y medité sobre ello. Hoy, unir a todos se ha vuelto incluso más difícil… Confirmo, de una vez por todas, que no seré candidato a la presidencia francesa».
El anunció de Juppe supone un cambio contrastante de postura a nivel personal y a nivel de partido.
Hace un año, Juppe era considerado el favorito para ganar las elecciones presidenciales de 2017. La impopularidad sin precedentes del mandatario socialista Francois Hollande garantizaba hasta entonces que los republicanos conservadores, la otra fuerza política de gran fuerza en Francia, recuperarían el poder.
Las promesas de Fillon de reforzar la seguridad y efectuar reformas en pro de las empresas lo impulsaron políticamente, y en las elecciones internas de noviembre ganó la candidatura a Juppe, un político más moderado.
Según las encuestas, Fillon era el favorito para ganar los comicios, pero eso sólo duró hasta enero, cuando lo acusaron de crear empleos ficticios para su esposa y dos hijos que fueron pagados por los contribuyentes.
Fillon insiste en que los puestos de trabajo no fueron falsos, pero ahora tendrá que comparecer el 15 de marzo para que le lean los posibles cargos en su contra.
Importantes aliados han desertado de su campaña y la situación ha creado una profunda división entre la derecha francesa.