Editorial

Historia conmovedora

Historia conmovedora

La historia del niño que amaneció dentro de una oficina de la escuela donde estudia, en la que en principio fue recluido como castigo, debería motivar a las autoridades de educación a revisar el esquema de tratamiento que se dispensa a los alumnos del ciclo básico de enseñanza.

Por tratarse de un caso que puso en peligro la vida del infante, ha llamado la atención de la prensa y la población, pero también desnuda lo que podría ser un generalizado método basado en represión física y emocional que se aplica en planteles públicos.

Se dijo que la orientadora de la escuela María Auxiliadora, de Villa Mella, Belkis Martes, recluyó al niño en la oficina de la directora, Margarita Vargas, como castigo por mala conducta, pero que posteriormente le dio permiso para participar del recreo escolar y retornar a ese lugar.

Otra versión refiere que el alumno se ocultó en esa u otra oficina del plantel donde permaneció hasta el otro día, pero en cualquier caso, lo que se deplora es que el personal docente o administrativo de esa escuela no participaron a las autoridades de la desaparición del niño.

Más grave aún ha sido la otra versión de que la madre del nino extraviado acudió al otro día al plantel a indagar por el paradero de su vástago, sin que durante todo el día anterior requiriera información del porqué el niño no había retornado al hogar.

En cualquier sociedad medianamente civilizada este caso abriría un debate global en torno a la eficacia del sistema de enseñanza, el rol del orientador escolar y los niveles de garantía en la escuela a la protección física y mental de los estudiantes.

Es menester señalar que la Constitución, la doctrina y la jurisprudencia otorgan al Ministerio Público la representación del Estado como tutor y salvaguarda de los menores, por lo que de oficio, la fiscalía debe indagar todo lo ocurrido y establecer responsabilidades de lugar.

Este incidente, causado por inobservancia, desidia e irresponsabilidad de los mayores, debería servir para que autoridades de Educación revisen normativas docentes que aplican en el proceso de enseñanza–aprendizaje, toda vez que el castigo físico y emocional no resulta ya herramienta valedera en la pedagogía moderna.

 

El Nacional

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