Sin política de prevención, orientación familiar ni asistencia jurídica, centenares de mujeres quedan en riesgo de ser asesinadas por hombres despechados que las matan en cualquier parte y a cualquier hora porque tampoco Ministerio Público ni la Policía se dignan en brindarles protección.
Más de 60 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año por maridos, exparejas o pretendientes y se cuentan por centenares las que han sufrido o padecen maltrato físico o sicológico de mano de sus verdugos, como si se tratase de una maldición a la que la sociedad se ha resignado.
Policías, fiscales y jueces han abandonado a su suerte a las mujeres que claman por protección ante agresiones o amenazas de muerte, y sólo se movilizan después que son asesinadas, como si fueran crónicas de muertes anunciadas.
El colmo de esa indiferencia e irresponsabilidad se expresa cuando al acudir ante una fiscalía o destacamento policial, a la mujer se le provee de una orden de alejamiento que la víctima debe entregar personalmente a su seguro matador, lo que equivale a enviarla directamente al patíbulo.
Son muchas las mujeres que han sido ultimadas después que entregan a su destinatario ese papel inservible que ningún hombre resuelto a matar a la mujer le presta la más mínima atención. El Colegio de Abogados debería ir en auxilio de esas víctimas huérfanas de protección y de justicia.
El Ministerio Público y la Policía incurren en una burla cruel al colocar en manos de una mujer acosada o perseguida la responsabilidad de entregar a su verdugo la notificación que le ordena alejarse.
El Nacional formula un vehemente llamado a todas las mujeres que sufren maltrato, o amenaza, que acudan a la redacción de este periódico con el documento de notificación de protección que suministra el Ministerio Publico, a los fines de reclamar que sea un ministerial el que lo entregue al potencial asesino.
Ante la vergonzosa indiferencia y negligencia de fiscales, jueces y Policía, El Nacional hace promesa de ejercer pública defensa frente a todas las mujeres que sufren acoso de hombres abusadores, para evitar en lo posible que sean asesinadas.