Ha causado indignación en Puerto Rico y República Dominicana las poses festivas, insensibles e irrespetuosas que exhiben un grupo de médicos boricuas y militares dominicanos en fotos divulgadas por Internet, donde se observan a los galenos con copas y botellas con bebidas alcohólicas y armas prestadas por los efectivos participantes en esa juerga.
En otras circunstancias, ese sería un comportamiento insensato que ameritaría sanción disciplinaria menor, pero esos médicos y militares se han burlado del dolor que embarga al pueblo haitiano y han profanado los más elevados altares de solidaridad y humanismo que identifican a los súbditos de Borinquen y Quisqueya.
No se diga que esa ronda de ron y cerveza, y la temeridad de poner armas de guerra bajo control de personal civil forma parte de un necesario y merecido espacio de descanso o recreo, porque en Haití, donde un cruento terremoto ha causado casi 200 mil muertos y miles de heridos, no hay espacio para la chercha.
Es inexcusable la conducta de los militares dominicanos que incurrieron en el error de prestar sus armas a los médicos boricuas con quienes posaron en fotografías ampliamente divulgadas por las redes de internet y la prensa internacional.
Las fotos muestran a médicos puertorriqueños pertenecientes al grupo Salvemos a Haití, que levantan sonrientes copas de vinos, botellas de wisky y cerveza, además de exhibir escopetas y fusiles prestados por soldados dominicanos.
Entre las fotos figura una en la que un médico, en plena labor quirúrgica, levanta para que sea captada con nitidez, una sierra con la que se supone realizaría una amputación, como si se tratara de algún festival de insensibilidad humana e irresponsabilidad profesional.
Esos galenos fueron enviados a prestar auxilio, en misión patrocinada por el Senado de Puerto Rico, en la frontera entre República Dominicana y Haití, donde al parecer se escenificó el bochornoso acto, que ha sido repudiado por el senado puertorriqueño y por el Colegio de Médicos Cirujanos.
Al condenar tan insensible y vergonzoso proceder, lo menos que se puede reclamar es que las autoridades de ambas naciones apliquen las sanciones que sean pertinentes para que nunca más Puerto Rico ni República Dominicana sufran la vergüenza que les han hecho pasar esos médicos y militares.